Se va la luz. El aparato que genera oxígeno se detiene. No pasa el aire. Se está ahogando y, como cuando alguien se ahoga en una piscina, todos sus órganos trabajan en busca del aire que hace posible respirar, que hace posible que el corazón palpite, que hace posible ponerse de pie, caminar, sonreír. Los labios se ponen morados y la saturación baja. Nadie puede imaginar la desesperación de vivir sin aire, dependiendo de una máquina que concentra el oxígeno para devolverlo a sus pulmones por medio de una cánula. Nadie puede imaginar la angustia cada vez que, aunque sea por pocos minutos, se apaga el aparato del cual depende la vida, el aliento. Nadie puede imaginar el sufrimiento, la sensación de ahogo y de desvanecimiento, el miedo y luego, el dolor, el dolor intenso de cada músculo contracturado a causa de la desesperación de una persona con dificultad respiratoria. Sin electricidad no hay aire que pase por la delgada manguera y sin aire, no hay vida.
Al menos desde octubre hay inexplicables apagones en Quito y en el país. El Ministerio de Electricidad y de Energía Renovable habló de “un evento transitorio en el sistema eléctrico, ya superado”, en referencia el apagón del 20 de octubre del 2016. ¿Evento transitorio? ¿qué quiere decir eso? De tanto en tanto se va la luz en rincones de la ciudad y del país y no hay explicación. No hay previsión alguna. No se avisa
al usuario.
En noviembre se inauguraba, con presencia del Presidente chino, la central hidroeléctrica Coca – Codo Sinclair, la más grande del país. La planta tiene una potencia de 1 500 megavatios, pero en el arranque oficial operó con 1 035 megavatios, según publicó la prensa nacional. Según una publicación de “La Hora” (2 de febrero de 2017), el vocero de la Comisión Anticorrupción dice que la hidroeléctrica “no está funcionando a toda su capacidad ya que no cuenta con un sistema de cableado”. ¿Será?
En los apagones de fines de noviembre la EEQ explicó vía twitter que “existe una desconexión en el sector, personal está recorriendo la red para determinar el daño y repararlo”. Los moradores de los barrios se quejan y reportan. Y las respuestas son las mismas: desconexión, estamos restableciendo el servicio. Basta revisar el twitter de la EEQ y ver los reclamos constantes seguidos de las reconexiones constantes.
Nos han dicho que Ecuador, en tiempos del supuesto cambio de la matriz productiva, tiene energía para abastecerse y hasta para regalar. ¡Y se va la luz como en la década pasada! Y los ciudadanos, que pagamos nuestras planillas a tiempo, a costos cada vez más elevados, por cierto, tenemos que conformarnos.
Los cortes no son largos: entre 10 y 30 minutos. Pero son lo suficientemente largos, eternos y angustiosos para quienes necesitan de la energía 24 horas para que funcione un equipo médico domiciliario del que depende… la vida.