Las protestas del 17 de septiembre comenzaron en la mañana de ese día en un colegio ubicado en la avenida Napo, al sur de la ciudad, y en sus alrededores. Se vio a una Policía antidisturbios tradicional, con cascos y escudos y a otra motorizada que perseguía a los manifestantes conduciendo motocicletas con gran habilidad; el resultado: más de 50 estudiantes detenidos.
Por la noche, en la histórica plaza de San Francisco, las motocicletas fueron reemplazadas por la caballería. La curiosidad, que lleva a una reflexión, es que otro contingente policial hacía su trabajo acompañado por unos preciosos perros, al parecer de esa raza que se conoce como pastor alemán.
Comienzo por aclarar que no tengo nada en contra del apoyo de los animales en el trabajo policial, incluso he destacado el trabajo de la Policía montada en la prevención de incendios en el parque Metropolitano durante el verano de este año. Me parece que fue un récord que no se haya registrado ningún incendio en uno de los principales pulmones que protege a Quito de la contaminación.
También he visto en los aeropuertos a la Policía antinarcóticos apoyada por esos animales en su ardua lucha contra el narcotráfico. Los animales al servicio del hombre, pudiera definirse a esta acción conjunta. Me consta también el cuidado especial de la Policía para los perros y los caballos que acompañan su trabajo diario.
Si bien está comprobado científicamente que los compuestos químicos con los cuales se fabrican los gases lacrimógenos afectan en menor medida a los perros y a los caballos, también es cierto que los animales quedan expuestos a un enorme estrés porque actúan en un ambiente de ruidos extremos, reciben pedradas, resbalan, caen, etc. Los perros tienen un olfato 50 veces más sensible que los humanos; el sentido auditivo también es extremadamente agudo, lo cual genera traumas.
Pese a que no hay por qué desconfiar de la opinión científica sobre los efectos de los gases en los animales, cito lo que ocurrió durante las protestas en Taksim, Turquía, en junio del año pasado. En la plaza de Taksim murieron ocho perros, 63 gatos y más de 1 000 aves, no solo palomas que siempre viven en las plazas de casi todo el mundo.
Conozco personas que adoptan animales abandonados, otras llevan en su mochila o en el carro alimentos para gatos o perros que sobreviven en la calle y no tienen dueño. El maltrato a los animales ya está en la conciencia de las personas y existen varias organizaciones defensoras de animales que seguramente tendrán una mejor opinión que esta, simplemente escribo porque me impactaron las imágenes transmitidas en redes sociales y en la televisión. Con esta opinión solo busco que la autoridad vea la posibilidad de cambiar los métodos de represión en una protesta y que los animales sean definitivamente excluidos.
@flarenasec