Mientras el caos social y económico continúa en Venezuela la Asamblea Constituyente plenipotenciaria, considerada espuria por la oposición y varios países, anula a la Asamblea Nacional.
La Asamblea, como se le llama en Venezuela al parlamento, está dominada por una mayoría de oposición de la entente Mesa de Unidad Democrática, MUD, desde las elecciones legislativas anteriores.
Hace pocos días una elección cuestionada y que motivó la composición corporativista de asambleístas puestos a dedo por el gobierno a través de diferentes pseudo representaciones sociales sumadas a otros que llegaron por voto popular se declaró constituyente y de plenos poderes.
Esta fue la salida que imaginó el Régimen de Nicolás Maduro para evadir la crisis política, caos económico y social y la situación de cuasi guerra civil que vive su país.
Así Maduro quiere transformar, con un cuerpo colegiado que domina y controla, la Constitución Bolivariana que inspiró su mentor Hugo Chávez y que fue ratificada en las urnas. El invento no le salió bien. Una semana antes las fuerzas opositoras convocaron una jornada de votos populares de rechazo y las adhesiones a la Constituyente de Maduro y el Partido Socialista Unido de Venezuela fueron cuestionadas por la empresa que contó los votos oficiales. La sospecha de fraude es cada vez más evidente.
La oposición desconoce el resultado, al igual que buena parte de la comunidad internacional. La declaración de Lima, con el voto de 12 países, dice que en Venezuela no hay democracia. A Lenin Moreno le preocupa la situación de los derechos humanos y los muertos.
Hace más de dos años empezaron las protestas. Hace cuatro meses recrudecieron. Hay 120 muertos inocentes, una represión desatada y más de 450 presos políticos. El hambre y el caos siguen imperando y para colmo los legisladores electos legalmente son bloqueados por el autoritarismo.