Han tomado esta parte, dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo. ¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa?, pregunté inútilmente. No, nada.
El relato de la Casa tomada de Cortázar evoca al autodesarraigo, al renunciamiento a ese espacio de los abuelos, padres, niñez, memoria, por la idea de intrusos que avanzan de la sala al comedor, y a la cocina, y al zaguán.
Ahora que actores armados irrumpen en la frontera de Ecuador con Colombia, se intenta sembrar que la casa ha sido tomada.
En Ecuador hay consumo de drogas (un problema de salud pública) y carteles (con su violencia y corrupción). Y esos fenómenos no pasarán mañana con la captura de un hombre y nuevos ministros. Reconocerlo es lo serio, así como que en las fronteras los actores armados han creado un paraestado con su ‘ley’, ‘seguridad’ y, lo más grave, un ‘sistema de producción’: procesamiento de coca; tráfico de armas; minería ilegal; trata. Sí, un mandato ilegal a falta de Estado.
¿De Estado? De los dos estados más bien, de Ecuador y de Colombia. Señores de Quito y Bogotá, urge una verdadera respuesta coordinada, combinada y conjunta de servicios básicos, desarrollo social y opciones de producción lícitas en los dos lados de la frontera, una respuesta tal, con escuelas, médicos y Estado, que trascienda a la militar-policial hecha al nervio de la desaparición de periodistas.
De lo contrario, no se puede pregonar paz. Y atañe a todos: empresarios, productores, profesionales, academia, organizaciones sociales, periodistas.
¿Periodistas? Sí, para que exijan cuentas, acompañen a la población civil de la zona y, sobre todo, cuiden la salud mental de todos: desnarcotizar el lenguaje es un paso, porque esa ‘cultura’ no se debe naturalizar. Otro, no sembrar terror, porque la paranoia arrojará a todos al desarraigo, a cerrar la puerta por fuera y lanzar la llave a la alcantarilla, con la idea de la casa tomada, cuando este es un país con memoria de paz.