Dado que en Ecuador existe una primera dama ausente de la vida pública, recordé, a los años, la importancia de la presencia femenina, fuerte y sensible a la vez; alegre, inteligente, activa, capaz y mucho más. Su ejemplo, inspira a las de su propio sexo, a hombres, jóvenes y adultos. Ser primera dama es orgullo, un honor, para aquellas que dedicaron su tiempo con humildad a servir a su patria, sea ésta, propia o adoptada. Esta posibilidad se les convirtió en un compromiso obligatorio, convirtiéndolo en una responsabilidad honrosa y exitosa.
Dejo de lado ideologías de todo tipo ya que, el discurso de la Primera Dama de los EE.UU., ante la Convención Demócrta de ese país, es un recordatorio de la necesidad imprescindible de la presencia de la mujer en la vida pública política.
Michelle Obama, es la primera mujer afroamericana que ocupa ese lugar, lo que la convierte en un ser único, que luchó contra los prejuicios con altura y éxito. No tiene complejos y su incomparable fuerza, es respetada a nivel mundial. Guarda el protocolo pero, siempre, sobresaliendo, como una mujer decidida, independiente, educada y capacitada para llevar adelante a un país. Mujer íntegra, preparada, segura de sí misma, que nos llevó a respetar su inteligencia y actitud ante la vida.
Como mujer, única; como madre, representa a aquellas que conocen la responsabilidad de serlo. Como esposa de presidente, tiene la inteligencia emocional para ser su soporte y compartir con él, así como, para actuar por sí sola, independiente, con ideas propias, sin temer la acción o expresar sus ideas con fuerza en los temas que han llamado especialmente su atención. Sus ojos hablan de vida, femineidad incomparable, de mujer madura, decidida y dedicada a aprovechar la oportunidad que se le ha brindado al servir a un pueblo entero.
Su discurso, emocionante, alegre, barajó todas las cartas, desde la importancia de la atención a los niños y jóvenes, la educación, la necesaria igualdad de salarios entre los sexos, el racismo y la intolerancia. Pidió aceptación para todos los colores y géneros, haciendo un llamado especial por los discapacitados. No dudó, pero con simpatía y seriedad, en dar a conocer sus ideas respecto al candidato de la oposición, libremente, de acuerdo a la indomable libertad de expresión propia del ser humano que, en algunos países, aún se respeta profundamente. Inspiró a seguir adelante, con sencillez, con actitud y decisión.
Desnudó su alma de mujer. Brindó esperanza, borrando, temporalmente, el miedo y el sentido de persecución de los estadounidenses. Contagió de positivismo, de la confianza que, en un momento, por malo que este sea, no es el fin, sino, el inicio de una etapa diferente donde deberemos vivir una nueva realidad, creada por intolerantes, vanidosos, hambrientos de poder, matones sin perdón, los mezquinos que pretenden eternizarse en el poder y bloquear el crecimiento pacífico de sus pueblos que aún tienen esperanza en el futuro.