Seguro que la concentración convocada para hoy por el Gobierno, junto a Carondelet, tendrá más personas que la marcha organizada por el Frente Unitario de Trabajadores, la Conaie, la UNE y otras organizaciones sociales, que es la que motiva la convocatoria del Gobierno.
Son muy diferentes los recursos para movilizar personas con que cuenta el Gobierno, en comparación con los que marchen para intentar ser escuchados, cuanto más que algunos que podrían estar entre estos últimos, prefieren no arriesgar su trabajo ni que los marquen como opositores.
Lucio Gutiérrez cerró la plaza a la movilización de inicios de abril del 2005. Luego, los hechos precipitaron su fuga. Con Abdalá Bucaram -febrero de 1997- y con Jamil Mahuad -enero del 2000-, los opositores llegaron al Palacio, porque el mando militar en su momento les retiró su apoyo y de alguna manera a los insurgentes les facilitó el acceso.
Lo de fondo no es si llega a la plaza la marcha del FUT, la Conaie, la UNE y otras organizaciones sociales, sino los temas que los moviliza.
Despreciar los enunciados que motivan la movilización porque en la marcha activarán militantes del MPD o porque según el Gobierno, los espacios que los medios de comunicación les dan responden a los intereses de la que acusa ser “la restauración conservadora”, es querer ignorar que son similares a sus demandas históricas. Por eso -los hoy tachados por el Gobierno- fueron fervientes partidarios del presidente Correa, convencidos que este asumiría hacer realidad tales demandas.
¿Quién o quiénes fallaron para lo que está sucediendo?, ¿será el presidente Correa, por eso sus partidarios de tiempos recientes salen a las calles?, ¿serán los que vayan a la marcha -que el Gobierno contradice- porque debieron seguir junto a Correa, como lo hicieron en la Asamblea de Montecristi?
El régimen único laboral para los servidores del sector público y los trabajadores del sector privado, aspiración de décadas, nunca llegó a perfeccionarse, pero tuvo más de medio siglo de avances, siendo la paradoja que aquello se dio a pesar de gobiernos de derecha, de la dictadura fascista de 1963-1966 y de la época tachada de partidocracia. En Montecristi se comenzó a desandar. La explicación fue que era solo para acabar con los abusos del sindicalismo en Petroecuador y en otras entidades. Ahora se profundizaría no dejando a un solo trabajador del sector público en el régimen del Código del Trabajo, sino que todos tendrían el tratamiento de servidores públicos.
Otros capítulos, la participación de utilidades y la jubilación patronal -o el bono final, también deben definirse.
Enfrentar en las calles puede significar el triunfo de lo que más poder y fuerza impongan. Razonar, dialogar, significará hacer ejercicio de ciudadanía.
lroldos@elcomercio.org