El pueblo convocado a los comicios debe saber que elegirá a partes y no a un todo. Seguirá el dictado de sus impulsos ideológicos, políticos y hasta quemeimportistas; por ende, debe esperar un escenario donde diversos compartan dificultades, pugnas y también soluciones o acuerdos. Es la naturaleza de una sociedad democrática que tiene el deber de conducir al Estado en medio de sobresaltos como también espacios de plenitud institucional y no estallar el navío ante los peñascos.
En las actuales circunstancias nacionales ante la inminente elección de la segunda vuelta, las cartas continúan marcando la polarización de anti y pro del actual régimen que, en funciones deberán transitar la difícil ruta de la confrontación hasta que se llegue a un punto de equilibrio político. El extremo síntoma de este fenómeno se dio cuando se impidió el ingreso al territorio ecuatoriano de Lilian Tintori, esposa de preso político venezolano Leopoldo López.
En estas condiciones es muy probable que el pueblo sea convocado a una o varias “terceras vueltas”: consulta popular, elección para una constituyente o elecciones convocadas al tambor de la llamada muerte cruzada.
Cualquiera que sea el candidato favorecido por la voluntad popular, aunque corresponda al favorecido- gobiernistas o de oposición- deberá enfrentar una colosal crisis económica y social y, por ende, desde el primer minuto de la gestión; por tanto, dictar duras medidas de alto costo social, compensadas con cambios en seguridad social, utilidades laborales y ampliación de algunos subsidios.
En Argentina se optó por un cambio gubernamental a fondo; históricamente, la primera derrota global de los herederos del peronismo. El ajuste se lo ha asumido, los peronistas llenan las calles y avenidas al son de su bombo.
Luego de las confrontaciones iniciales, de las cuales tampoco se librará el candidato oficialista si triunfa, vendrán las mediaciones, las negociaciones y acuerdos. Así sucedió con el gobierno del presidente Febres Cordero que con tanquetas blindó el acceso a la Corte Suprema de Justicia para impedir que los miembros elegidos aceden a su función. Luego del shock de los acontecimientos, vino la negociación y se llegó la calma institucional de la República. En el gobierno de Rodrigo Borja se alcanzó un temprano acuerdo con la Democracia Popular que estabilizó a ese régimen por dos años y fuerza para terminar el periodo. En otros casos no hubo acuerdos y se vinieron abajo presidentes de la república por un desastre bancario, por demencia declarada por lo psiquiatras legisladoras o por huidas en helicópteros -.
El 2 de abril empezamos de nuevo y no terminamos. Que no se guarden las maletas ni las vituallas. El pueblo volverá a ser llamado a dirimir confrontaciones en un país de 15 millones y un territorio de 260 000 km2. Redimamos a los culpables del desafuero político que somos todos, pero no a los culpables de estar en listasreservadas ni contratos a dedo.