Fue un político y militar ateniense que, tras la muerte de su padre, se crió bajo la tutela de Pericles. Alcibíades siempre destacó como persona de grandes aptitudes para la retórica y para la guerra. Sócrates le salvó la vida en la batalla de Potidea y luego él defendió al filósofo durante la retirada de Delio.
Alcibíades admiró la fortaleza mental de Sócrates –este podía pasar horas de pie bajo la nieve, cubierto apenas con una frazada– y también su rigor moral. Pero a los 28 años olvidó las enseñanzas de su maestro para dedicarse al engrandecimiento de su fortuna personal, ejerciendo la política.
Por sus lazos familiares con Esparta, Alcibíades creía que los líderes de aquella ciudad negociarían a través suyo una tregua con Atenas, pero los espartanos prefirieron hablar con Nicias, un respetado general ateniense. Esto molestó a Alcibíades y, según Tucídides, fue la razón del comportamiento tan errático y censurable que tuvo luego.
Lo primero que hizo fue boicotear la paz con Esparta, promoviendo un levantamiento contra Nicias. Cuando los espartanos sofocaron aquel intento de romper la paz, Alcibíades no dudó en volver junto a Nicias para pelear contra Hipérbolo, un militar de origen plebeyo que estaba a favor de la posición original de Alcibíades, es decir romper el acuerdo con Esparta.
Esta movida impidió que fuera exiliado de Atenas y que pudiera seguir su carrera política, siempre con estrategias cuestionables. Por ejemplo, para aumentar sus posibilidades de triunfo hizo competir a siete carrozas suyas en el hipódromo de Olimpia y se alzó con el primero, el segundo y el cuarto puestos.
Utilizó ese éxito olímpico para postularse como líder de una campaña militar –la mayor que Atenas había emprendido nunca, por el número de naves y por la distancia que se debía recorrer– para tomar Sicilia. Días antes de partir, Atenas amaneció con “casi todas”, como dice Tucídides, las estatuas de Hermes destruidas. Las estatuas fijaban rutas y estaban a la entrada de sitios importantes como el ágora o la asamblea. Eran símbolos que marcaban la frontera entre lo público y lo privado.
Andrómaco, esclavo de Alcibíades, acusó a su amo de ser el principal autor de este acto que fue visto como un intento de causar conmoción y promover la caída de la democracia. Alcibíades se embarcó rumbo a Sicilia sin poder desvirtuar aquella acusación y durante su ausencia fue condenado a la pena de muerte. Logró escapar aliándose con los enemigos acérrimos de Atenas: los espartanos y los persas.
Alcibíades se enriqueció enormemente y terminó sus días en el exilio. Pero tuvo un final trágico porque murió a manos de los persas, quienes le habían acogido luego de que él huyera de su castillo en Tracia, cuando su situación, allá también, se volvió insostenible.