Leyendo el resumen de la sabatina presidencial del pasado 6 de abril del 2013, surge la pregunta: ¿existió el Ecuador de antes de ahora?.
Y no escribo de antes de enero del 2007, porque en muchas cosas como que recién “ahora” se están haciendo o por hacer cosas.
Hay cosas que ha hecho bien este Gobierno y no sólo se trata que a inicios del siglo XXI el petróleo ecuatoriano se negociaba alrededor de USD 10 el barril y en los tiempos de Correa ha estado consistentemente por encima de USD 90 el barril -nueve veces el antes citado-, y que no solo se ha incrementado la recaudación tributaria por mejores mecanismos y más eficiencia de cobro, sino por nuevos gravámenes, a más de reformas de gestión tributaria, cual es el caso de los anticipos como impuesto mínimo, haya o no utilidad final en los ejercicios fiscales.
La inversión en infraestructura vial, educativa y de salud es muy importante, así como la que se está haciendo en la Función Judicial.
Hay buenas intenciones hacia la calidad de la gestión del Gobierno, pero ¿cómo se concretan?.
Ahí están los problemas. En la contratación pública hay evidencias de sobreprecios que en esta columna en varias ocasiones se han precisado. En el endeudamiento externo, preocupa el peso creciente que significa lo que se está instrumentando con China, amarrando la exportación del petróleo con créditos a costos por encima de lo que podría obtenerse de otras fuentes. En el uso de recursos humanos -ahora los llaman de “talento humano”- con evidente desprecio a quienes han estado antes de ahora, para sustituirlo con nuevas “olas” de algunos con títulos de cuarto nivel que no significan necesariamente garantía de calidad. El Presidente y los de su entorno señalan que están acabando con “las viejas argollas”. ¿Cómo sería de identificar a los nuevos designados? El Ecuador de antes de ahora existió con sensiblemente menos recursos de los que ahora se cuenta. Hubo corrupción y multiplicación de errores, pero también aciertos y avances.
Siempre hubo subsidios, pero estos se han multiplicado porque alimentan la adhesión de las personas con menores ingresos y eso está bien en la medida que además se puedan generar opciones de inversión y trabajo que vayan haciendo sustituir la espera del subsidio por los recursos que aseguren sustentablemente la calidad de vida de los ecuatorianos.
Los déficits más preocupantes son los de ciudadanía. El Ecuador irritado y criminalizado -y por criminalizarlo más con el proyecto de nuevo Código Penal Integral- con sesgos políticos. Cuánto bien le haría al Ecuador una manera de gobernar con la fuerza positiva de Correa, pero despojándola de la virulencia y de la descalificación de que hay uso y abuso.
El Ecuador de ayer y de hoy es un solo Ecuador. Las reformas, los avances y el desarrollo deben corresponder a esa visión.