El Gobierno ha hecho una muy importante y rezagada inversión en lo que en la industria petrolera se denomina aguas abajo: refinación y distribución de combustibles. El total es del orden de USD 3 000 millones. Pero los resultados dejan mucho que desear.
El proyecto estrella ha sido la Refinería del Pacífico (RdP). Se han invertido USD 1 200 millones. Somos escépticos respecto a RdP, basado en una inversión comprometida por Hugo Chávez con merecida fama de incumplido, y porque el proyecto conlleva un alto riesgo que es imprudente que lo asuma el Estado.
Este escepticismo flaqueó en enero, por la muy teatral visita del presidente Correa a Pekín, que debió ganarle el aprecio de su homólogo chino; y porque las perspectivas del mercado mundial petrolero cambiaron, hacia una crónica sobreoferta. En estas circunstancias las refinerías bajan el precio que pagan a los productores de crudo y no trasladan todo el beneficio a los consumidores, por lo que sus utilidades suben, tornando más atractiva la construcción de una nueva refinería.
Pero la inversión china no se materializó, PetroChina deja de ser una opción, y lo que habría es una oferta de un consorcio chino-coreano de construir a crédito la refinería, lo que implica un inaceptable incremento de la deuda externa.
La posibilidad de recuperar en los próximos años algo de lo invertido, para atender el servicio de la deuda, es mínima.
En la terminal gasífera de Monteverde y la terminal de envase de gas al norte de Guayaquil, interconectados, se invirtieron por sobre USD 500 millones y la obra ya está operativa. Incluye un imponente muelle en el que pueden acoderar 5 metaneros de manera simultánea.
Las instalaciones están sobredimensionadas. Solo lo utiliza un único metanero que acodera dos veces al mes. Si suben el precio del gas y tiene éxito el programa de las cocinas de inducción, las importaciones de gas disminuirían. Las instalaciones trabajan a pérdida.
El proyecto lo motivó el deseo de ahorrarse el costo del almacenamiento flotante de gas. Pero ahora se incurre en almacenamiento flotante de derivados del petróleo importados para las refinerías de Santa Elena.
El proyecto de RdP dejó en segundo plano a la urgente repotenciación de la Refinería de Esmeraldas, proceso que está por concluir. Es una inversión de USD 1 200 millones, diez veces lo inicialmente previsto, que no incrementa la capacidad instalada de refinación. Las expectativas fueron que opere a la capacidad diseñada, y que procese el crudo más pesado que ahora produce el país. Pero ¡oh sorpresa! Habrá que importar crudo, ya que las obras no contemplaron su adaptación al crudo nacional.
El escaso retorno de esta inversión de USD 3 000 millones en infraestructura petrolera aguas abajo nos pasará factura ahora que la renta petrolera merma.