Hace una semana se realizó el I Congreso sobre Pueblos Indígenas Aislados. No es el primer foro sobre el tema pero, como si lo fuera. Tres universidades –Andina, PUCE y Flacso- pusieron el dedo en la llaga en uno de los temas más difíciles alrededor de los pueblos indígenas en Ecuador y de las presiones que enfrentan los grupos, llamados “aislados”, en su lucha por sobrevivir. De lo mismo se viene hablando en la última década y, si bien se han dado pasos en normas y leyes, en el terreno se ha probado que, en el camino de su protección, está todo por hacer. Las leyes no han evitado las muertes. Los principios de reparación y precaución, que son parte de las política nacional sobre el tema, son parte de la retórica, pero no llegan a hacerse realidad.
En el Congreso se pudo escuchar la voz firme y convencida de la relatora de Naciones Unidas para los pueblos indígenas, Victoria Taulí-Corpuz: sus ojos están puestos en Ecuador y, lo dijo, estarán vigilantes a que el país cumpla con las directrices de Naciones Unidas en este espinoso tema. Ella lo sabe: aplaude los avances legales pero alerta sobre los incumplimientos y responsabiliza al Estado sobre las consecuencias.
El encuentro tuvo de todo: desde voces que aportaron con valiosa información sobre casas y chacras en la demediada geografía amazónica hasta mapas y fotos que muestran las amenazas, cada día más serias y complicadas, al territorio donde viven, caminan y cazan, esas gentes selváticas. Reflexiones sobre lo justo y lo judicial, que son cosas bien distintas, estuvieron sobre la mesa, así como los reiterados llamados de los waorani frente al irrespeto para con su territorio: “dejen vivir”, dijeron, frente a la nueva conquista en la amazonía: represión y judicialización.
Se escucharon voces variadas. Para algunos, la selva es todavía un infinito paisaje de película donde la gente vive feliz, donde las culturas son inmóviles: se escandalizan de la presencia de un grupo de rock en una comunidad waorani (alienación, dicen) pero les parece lo más normal el trato diario con lo peor de la sociedad. No faltan en estos actos quienes se llenan la boca de lugares comunes metidos en el equipaje de turismo ecológico.
El Estado tuvo voces reservadas para dar cuenta de algunas acciones en el terreno, como la titulación de tierras a campesinos en la llamada Franja de Vida, aunque no se diga nada acerca del campo Armadillo, bloque 55, que, desde hace 10 años, es una amenaza para esos grupos. También tuvo muchos fotógrafos y notarios que disimulaban entre el público para dar cuenta de lo que se dice en ese tipo de encuentros académicos.
La prensa estuvo ausente y, si acaso, algún diario recogió el pronunciamiento de Taulí-Corpuz, reinó el silencio.
El Congreso dejó compromisos y alguna esperanza. Ojalá no sea muy tarde.