En las edificaciones se usan materiales como la madera de la zona. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO
La madera, el bambú, la arcilla, la piedra y otros materiales se utilizan en la construcción de casas denominadas bioecológicas.
En la comunidad Puerto Santa Ana de la parroquia Madre Tierra, en Pastaza, un grupo de habitantes de la nacionalidad shuar construyen este tipo de cabaña para dedicarlos al turismo comunitario y de investigación.
El mentalizador de este proyecto es Sebastián Moya, un nativo del sector. La construcción está dentro del Bosque Protector Yawa Jee (La casa de los animales y niños de la selva en shuar) utiliza materiales de la zona. El propósito es eliminar los materiales que causan contaminación al ambiente.
La combinación de la arcilla con hoja de plátano picado, arena y el 40% de cemento se convierte en una mezcla dura y resistente que une a las piedras y ladrillos reciclados. “Cuando la masa de arcilla o barro está lista se coloca la hoja de plátano seco y picado, luego se aplica la arena y el cemento, pero en un bajo porcentaje”.
Moya explica que hay una columna central en forma de una T y nueve laterales que sostienen a la construcción y eso la convierten en sismorresistente. También, hay columnas de madera laterales.
Una de las características de la vivienda es que los marcos de las ventanas no están pegados a las paredes de ladrillo, está separado con espumaflex de cinco centímetros en todo el cuadrante, eso impide que el vidrio se trice en un sismo. El techo y el piso son de bambú y de madera.
“Eso abarata el precio de la construcción, que puede costar entre USD 8 000 y 10 000. Está compuesta por dos plantas; en la primera hay un baño ecológico. Esa técnica la aprendí en Holanda, donde estudié arquitectura. El sistema no es igual a lo que se hace como casas tipo caja de fósforo y las típicas cuadradas”.
La vivienda tiene filtros ubicados en partes estratégicas de la construcción. Eso ayuda a la circulación del aire condensado en el interior, transformando el ambiente en fresco. Están localizadas en zonas por donde corre el viento. “No es necesario el calefactor, que aporta al calentamiento global”.
El constructor asegura que la madera debe cortarse en luna tierna. Eso impide que la polilla ingrese en la madera, caso contrario debe ser curada con aceite comestible que ayuda a la conservación. La construcción de 75 metros cuadrados tiene la capacidad para albergar a 24 personas.