‘Le hice cosquillas, cosquillitas le hice como suelo hacer a los guambras y hasta saben reírse”. Las palabras del cura son solo una muestra de cómo en Ecuador se minimiza la agresión sexual contra los niños.
El párroco de un templo católico de Quito ha admitido: “Yo no estoy diciendo que la niña ha mentido”. Una pequeña de 10 años ha relatado a sus padres cómo él ha tocado sus partes íntimas. ¿La niña no ha mentido?
En Ecuador los niños son vulnerables en la casa, con familiares; en espacios de confianza, con conocidos; en el aula de clases, con maestros; en la iglesia, con sacerdotes.
No todos los adultos son pederastas, pero los datos de la Fiscalía son estremecedores. Nueve de cada 10 abusadores sexuales forman parte del núcleo intrafamiliar o son conocidos de las víctimas: papás, profesores, curas. Los niños no mienten en los casos de abuso sexual y nunca, nunca, son culpables.
¿Abuso sexual? Sí. Abuso sexual señores, ese atropello que no requiere penetración carnal, sino contacto físico, de naturaleza sexual. Y allí los niños y niñas son víctimas siempre, porque siempre entre el adulto y el niño existe una relación de poder, por edad, fuerza física, madurez mental o autoridad por vínculo. Siempre uno ostenta una posición dominante (mando y coerción) y otro una de dependencia (niño). Siempre.
En ese contexto, la Fiscalía de Ecuador ha registrado 5 760 abusos sexuales a niños menores de 14 años desde la vigencia del Código Integral Penal (2014- 2018, más de dos víctimas por día), pero 4 420 de esos casos ni siquiera pasaron de la indagación previa. 995 abusos a menores de 6 años fueron conocidos, 731 de ellos tampoco superaron la fase de investigación inicial; es decir, siete de cada 10 hechos jamás llegaron a juicio. Carpetas que se empolvan en la Justicia. Impunidad.
Señores, el Estado carga una vergonzosa deuda con los cimientos de la sociedad, con la protección integral para niños que reza en la Constitución, con todos. Ha de saberse, un niño víctima de abuso sexual sufre daños irreparables, pierde la confianza en las personas, en sí mismo, en la vida. ¿La confianza? Sí. Molida por adultos -autoridades incluidas- que no respetan a la niñez y naturalizan sus cosquillitas.