En ‘On y Off’ el absurdo manda, no solo porque la vida es absurda –la mayor parte del tiempo–, sino porque ha ocurrido algo indescriptible. Foto: Cortesía Silvia Echevarría
Con una adaptación y resolución impecables de la obra ‘On y Off’, del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, Christoph Baumann aporta a la escena local con una de las obras más interesantes que se han visto últimamente en la ciudad. Poética, intensa y contemporánea, esta pieza acerca al público quiteño a un tipo distinto de dramaturgia y lo saca de la zona de confort.
Para comenzar, la estructura de diálogo se rompe; hay seis personajes en el escenario, pero hablan muy poco entre sí. La poesía de ‘On y Off’ se sostiene en los micromonólogos que cada personaje tiene a cargo. El elenco está compuesto por Valentina Pacheco, Eduardo Mosquera (en un registro distinto a su habitual vena cómica), Juan José Franco, Maya Villacreses, Valentina De Howitt y Wolframio Sinué.
La traducción, hecha por Birte Pedersen, es fluida y natural; tanto Baumann como los actores han tenido el acierto de no incorporar localismos en el texto –una práctica muy común en las adaptaciones actuales– que fuerzan una supuesta cercanía con el público. El lenguaje es neutro, universal y funciona bien.
Aunque la historia es muy sencilla: dos parejas de amantes cuyos esposos también los están traicionando en el mismo hotel (es más, en la habitación contigua), el contenido de sus reflexiones es lo que la hace sumamente interesante. Quizá ni siquiera son reflexiones, solo angustias o puntos de vista expresados en voz alta. La calidad de las metáforas también destaca porque invita a pensar.
Además de las parejas infieles, el dúo conformado por el chico y la chica (él, recepcionista del hotel donde cada lunes tienen lugar las infidelidades; y ella, trabajadora de un sitio remoto ubicado en la montaña), que se comunica permanentemente por mensajes de celular, completa un mosaico complejo de las relaciones amorosas, pone en movimiento la historia y da peso poético a los monólogos.
La escenografía y el diseño de iluminación, a cargo de María José Terán y Gerson Guerra, respectivamente, suman a la efectividad y calidad estética de la obra. Con pocos elementos en escena se crean varios mundos y la iluminación, diseñada y manejada con acierto, permite que incluso parezca que uno de los personajes flota. Es meritorio el aprovechamiento que se ha hecho con pocos recursos.
La historia, es decir, cómo está planteada, permite que aplique el cliché del menos es más. En ‘On y Off’ el absurdo manda, no solo porque la vida es absurda –la mayor parte del tiempo–, sino porque ha ocurrido algo indescriptible. De hecho, nunca se sabe qué pasó exactamente. En el lapso en el que las luces se apagan y se vuelven a prender todo ha cambiado: los seres del agua han aterrizado en la tierra o es que quizá los objetos que pueblan la tierra de repente flotan y bucean en el mar, y todo es confuso. Las puertas, las camas, las cerraduras también hablan y cuentan lo que están sintiendo en este momento de quiebre.
Schimmelpfennig escribió la obra por encargo de Japón, tras el desastre de Fukushima ocasionado por el tsunami del 2011 en ese país. No hay ninguna alusión directa al hecho ni obviedades en la pieza; el dramaturgo alemán, que ha sido traducido a 40 idiomas a lo largo de su carrera, en este caso resolvió todo desde las imágenes y situaciones de un apocalipsis metafórico. El mismo que en palabras del personaje de la chica se resume así: “El mundo ha desaparecido, pero las estrellas brillan con una claridad nunca antes vista”.
‘On y Off’ conmueve, cuestiona, desubica y, a la vez, convoca por la calidad de sus textos y puesta en escena. Y al final, de repente, un mundo vacío, donde todo está fuera de lugar, empieza a tener sentido.
Hoy, sábado 1 de abril, a las 18:00 se presenta la última función de esta primera temporada, en la Asociación Humboldt (Vancouver y Polonia, esquina). La obra se presentará en el Coca, el viernes 7 de abril, en el Macco; el 11 de mayo estará en el Colegio Alemán de Quito (Cumbayá); y en agosto iniciará otra temporada en el Patio de Comedias, también en Quito. La pieza será montada además en Guayaquil y Cuenca este año, y las fechas aún están por definirse.