En Tres Gatos, los visitantes pueden disfrutar de bebidas frías o calientes mientras deciden que libro comprar. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO
En un local ubicado en la planta baja de la Torre Cantabria (Mariscal Foch y Andrés Xaura) hay gatos por todas partes. Gatos de colores pintados al óleo; pequeños gatos de metal y cerámica que reposan sobre los muebles; y gatos que aparecen en fotografías junto a escritores como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar.
Estos felinos son parte del paisaje de Tres Gatos, un espacio que rompe con la idea que la gente tiene de las librerías tradicionales, a través del concepto de cafetería-librería, lugares que fusionan la venta de café, comida y libros.
Daniel Acosta, uno de los socios de este espacio, cuenta que las cafeterías-librerías son parte de una tendencia global donde se busca promover el fomento a la lectura a través de espacios acogedores donde las personas puedan permanecer el tiempo que deseen.
En librería Rayuela (Germán Alemán y Juan Ramírez) la idea de fomentar un ambiente más familiar para los lectores se cristalizó con la apertura de Libro Tinto, una pequeña cafetería que funciona, desde inicios de este año, en el interior del local.
Mónica Varea, la dueña de Rayuela, sostiene que los sábados son los días que la gente permanece más tiempo dentro de la librería y se da espacio para comprar algo del menú de la cafetería. Una de sus estrategias para enganchar a los lectores es el obsequio de un café por la compra de un libro.
En el Centro Cultural Carlos Fuentes (6 de Diciembre y Wilson) funciona la librería del Fondo de Cultura Económica, que este mes cumple tres años desde su apertura. Aquí la cafetería no está ubicada al interior de la librería, pero a unos pasos de distancia las personas pueden disfrutar de un café. Este espacio es aprovechado por los lectores, sobre todo, durante las presentaciones de libros o tertulias literarias que se organizan.
En Tres Gatos hay una serie de muebles y objetos que dan la sensación de estar en el interior de sala de una casa de los setenta u ochenta, poblada de una gran biblioteca a la que se puede acceder con libertad y en la que hay libros que van de las ciencias sociales a la narrativa, pasando por el cine, la música y las biografías.
Para potenciar la idea de un ambiente familiar se ha creado un franja cultural en la que se realizan tertulias, especies de sobre mesas donde participan escritores locales.