El científico estadounidense James Buizer habló de la crisis climática durante su reciente visita a Ecuador. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
La primera vez que visitó Ecuador fue en 1987, cuando el país experimentó uno de los fenómenos El Niño más devastadores de su historia. James Buizer era delegado de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Su plan era de tres días, pero se extendió a más de 10; dos terremotos acrecentaron la destrucción.
32 años después regresa por una invitación de la Escuela Superior Politécnica del Litoral en Guayaquil para hablar sobre la crisis climática.
El científico de la Universidad Estatal de Arizona contribuyó al Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), que en 2007 obtuvo el Premio Nobel de la Paz junto al exvicepresidente estadounidense Al Gore por “sentar las bases de las medidas contra estos cambios”.
Desde su participación en el IPCC que obtuvo el Nobel hace 12 años, ¿qué tanto ha variado el panorama global?
En ese año trabajaba en la NOAA y revisé el documento del IPCC para que el Gobierno determine si estaba de acuerdo o no con lo que decía. En ese tiempo el reporte decía que el clima estaba cambiando y se pensaba que el ser humano tenía algo que ver con ese cambio, pero había mucha incertidumbre. Desde ese reporte hasta ahora ya no hay duda sobre el cambio y que nuestras acciones son la mayor causa, mas no las naturales.
Ahora ya no se habla tanto de cambio sino de crisis climática, ¿es un concepto certero?
Sí. Con cada año que no cambiamos estamos causando más afectación. Cuando pienso en la crisis climática comparo el uso de petróleo con el consumo de tabaco. Si se deja el tabaco, el impacto en la salud es menor. En alguna de mis clases he mostrado una antigua publicidad que decía: nueve de cada 10 médicos recomienda esta marca de cigarrillos. Cuando empezó el uso de petróleo cambió mucho la calidad de vida, pero no sabíamos el daño que estábamos generando. Cuando se reconoció el daño, había mucho dinero de por medio empujando en contra de un cambio. Aún hay países como el mío donde el debate se estanca entre si lo que le pasa el clima tiene que ver con nuestras acciones o no.
¿Es, hasta cierto punto, la decisión política de los líderes mundiales lo que impulsa acuerdos que puedan revertir en algo la situación climática?
Eso es lo que tiene que cambiar. Alguien me decía: hemos demostrado que podemos hacerlo como ocurrió con la capa del ozono. Pero era muy diferente porque ese daño era causado por un químico y una compañía producía el 75%. La responsabilidad del cambio climático está en los países más ricos y son los países más pobres, que no tenían nada que ver con la causa, los que están sintiendo las consecuencias.
En ese contexto, ¿cuáles son los retos para América Latina? La región tiene el 31% de fuentes de agua pero también serias dificultades para el acceso; y concentra el 22% de cobertura boscosa, aunque en parte amenazada por la industria petrolera y la minería.
La región tiene una gran oportunidad. En Estados Unidos el problema no es la falta de agua sino que hay sitios muy desérticos, que cada vez se están secando más, y zonas donde cada vez hay tormentas más fuertes. Nuestros sistemas sociales, económicos y de infraestructura están muy afinados con el clima y cuando se es demasiado afinado, cualquier cambio se siente con fuerza. Eso está ocurriendo con el cambio climático. Pero países como Ecuador tienen una oportunidad, porque los sistemas basados en el clima no están del todo construidos y se pueden desarrollar para el clima del futuro. Nosotros desarrollamos sistemas para un clima que ya no existe.
¿Cómo la resiliencia puede ser una herramienta en un panorama cada vez más variable y marcado por eventos más difíciles de predecir como El Niño?
Para ser resilientes hay que hacer escenarios, no predicciones. Un escenario es la probabilidad de estar en un rango determinado de temperaturas o de cantidad de lluvia. Es un método científico para saber la posibilidad de que ocurra un evento entre ese rango, con una proyección a 50 años, 100 años o más tiempo. Es una herramienta que se puede usar y con eso también se tiene un sistema de manejo que se adapte a los cambios.
¿Qué hay de la sostenibilidad?, ¿cómo se puede insertar este concepto en la política pública contra el cambio climático?
Vengo de una universidad, invitado por una universidad. Para mí es por ahí donde se debe empezar. Es difícil decirle a los políticos de repente: tienes que inyectarte con la sostenibilidad. En Estados Unidos conformamos un consejo, financiado por las universidades, que tiene por misión introducir las bases científicas para que las decisiones políticas consideren el medioambiente. En Guayaquil hay científicos reconocidos que, me imagino, estarían dispuestos a tener influencia en la política desde la ciencia, a quienes los políticos puedan recurrir a consultas. Podría haber un comité asesor que dé recomendaciones basadas en el conocimiento científico.
Hoja de vida
Es director del Programa de Adaptación al Clima y Desarrollo Internacional de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).
Dirigió el diseño y creación del Instituto Global de Sostenibilidad de la ASU.
Fue director de la División de Clima e Interacciones Sociales de la NOAA.