Las coreografías mostraron tradiciones indígenas de todo el país, como un homenaje a la ciudad. Foto: Cortesía Municipio de Riobamba
Un homenaje diferente se realizó este año para recordar los 198 años de la proclamación de independencia de Riobamba. Bailarines de 21 agrupaciones locales e invitados de Ambato mostraron coreografías indígenas y mestizas de varias nacionalidades del país como un tributo a la ciudad.
El festival se realizó durante tres días, el fin de semana pasado, y congregó a unos 1 500 espectadores en el coliseo del Colegio Capitán Edmundo Chiriboga, al este de la urbe.
El proyecto fue financiado por el Municipio de Riobamba y fue una propuesta de la Asociación de Danzas Profesionales de Chimborazo. Ellos, además del homenaje a la ciudad, buscan nuevas vitrinas para difundir sus trabajos coreográficos y promocionarse.
La cacería de la venada, presentada por el Centro Cultural Danzaltares, fue una de las coreografías más llamativas del festival. La danza representa una antigua tradición Puruhá.
Antaño, en los páramos abundaban los venados y en las comunidades se organizaban grupos para cazarlos cuando la gente festejaba algún evento importante, como una boda o la posesión de una nueva autoridad. La cacería implicaba toda una fiesta que involucraba a hombres y mujeres.
Mientras los varones sincronizaban sus movimientos en el páramo para atrapar a los venados, las mujeres preparaban los alimentos y la chicha.
“Esta es una de las coreografías más antiguas y recrea una tradición extinta en las comunidades, debido a la reducción en la población de venados”, explicó Cristian Peralta.
El baile de los diablos de lata, que tradicionalmente se hace para el Pase del Niño, es otra de las tradiciones riobambeñas que resaltaron en el escenario del festival.
Ese personaje es uno de los protagonistas de la fiesta que este año recibió una certificación como Patrimonio Intangible del Ecuador.
La tradición nació en el barrio Santa Rosa, cuando un grupo de hojalateros fabricó una versión propia de una máscara similar a la que los indígenas de Cacha hacían con cuero de res, para homenajear al Rey de Reyes. Según la tradición, ellos deben bailar durante siete años, cada año con un objeto diferente en sus manos.
La elegancia de sus pasos de baile, su trenza tejida de cabuya y la máscara de lata son algunas de las particularidades que le caracterizan.
“Este personaje es especial y está muy relacionado con la identidad de los riobambeños, porque surgió aquí y solo aquí puede verse. Es momento de difundir esta tradición para que, ahora que tenemos la certificación patrimonial, la gente de Riobamba conozca más y ame más sus tradiciones”, dice Víctor López, un bailarín.
Las tradiciones de otros pueblos indígenas, como Otavalo, Saraguro y Cayambe, también tuvieron un espacio en el festival. Los grupos invitados las presentaron en sus coreografías como un homenaje a Riobamba por sus fiestas.
“Estamos agradecidos por la invitación. Quisimos presentar algo de lo que nosotros somos, de nuestras raíces, como un símbolo de hermandad entre provincias”, dijo Roberto Flores, del grupo Mushuc Ñan, de Ambato.
En el escenario también se presentaron bailes mestizos, que surgieron durante la época colonial, como el pasacalle y el pasillo. Los bailarines del Ballet Kapak Urku, fueron los encargados de representar con baile esa etapa de la historia de la ciudad.
“La coreografía representa el romanticismo de la época colonial, los bailes populares y los encuentros”, explicó Ángel Tapia, director de Kapak Urku.
Este año se realizó la segunda edición del festival y fue coordinado por la Dirección de Cultura, Deportes y Recreación del Cabildo, y constó en la agenda cultural de noviembre, junto con otras 29 actividades dedicadas a promover el arte.
“Consideramos la propuesta de la Asociación de Danzas de Chimborazo porque sabemos que se necesitan más espacios para promoverse como grupos. Esperamos que después de este festival, ellos también acudan como invitados a otras ciudades y puedan mostrar las tradiciones de Chimborazo”, dijo Alex Endara, gestor cultural del Municipio.
“Nos hacía falta un espacio para mostrar lo que hacemos. Usualmente contratan a grupos que ya tienen renombre y a los que estamos empezando nos faltan oportunidades”, dijo Marcia Cantos, una bailarina. Ella agregó que el festival les abrió puertas para próximos y nuevos eventos similares.