La serie ‘The Boys’ tuvo éxito por su violenta parodia sobre los superhéroes. Foto: Amazon Prime
Imaginemos que Superman permite que un avión se estrelle con todos sus ocupantes porque se equivocó en su intento de detener a un terrorista que secuestró la nave y no puede permitir que haya testigos. Y que Aquaman es un acosador sexual. Y que Flash es capaz de matar a su novia para cubrir sus propios vicios y seguir en la élite.
En otras palabras, imaginemos que los superhéroes, que aparentan bondad y patriotismo, son seres execrables. Esa es la premisa de ‘The Boys’, la serie que forma parte de los éxitos de la televisión de este año, tanto por audiencia como por crítica, y que se ha convertido en el mayor triunfo de Amazon Prime de su historia.
Por supuesto, no se usan los nombres de los héroes de DC ni Marvel, que tienen derechos, sino que se trata de parodias y eso explica, en primer lugar, por qué ‘The Boys’ atrajo al público pese a que ya podría hablarse de una saturación de productos sobre los súper.
La inspiración proviene del cómic ‘The Boys’, escrito por Garth Ennis y dibujado por Darick Robertson, que debutó en el 2006. La serie, adaptada por Eric Kripke (creador de la serie ‘Supernatural), respeta la propuesta de un mundo distópico en el que la mayoría de superhéroes está corrompida por
la celebridad de la que disfrutan. Incluso la monetizan, porque trabajan para una corporación, Vought International, que los comercializa.
Con este cómic, Ennis intenta responder, a su modo, la misma pregunta que se planteó Alan Moore para crear a ‘Watchmen’ (1986), su cómic de culto: ¿cómo sería el mundo si existieran los superhéroes? Para Moore, lo obvio sería que el poder político secuestraría a los poderosos y eliminaría a los que no se sometiesen.
‘The Boys’ afina el foco para que el cómic, y luego la serie, terminen siendo una aguda, irreverente y ácida crítica a las redes sociales y al tándem de industria, fuerzas armadas y cultura de EE.UU.
Así, los superhéroes se muestran como títeres de la corporación, la cual los maneja como si fueran estrellas de la farándula, con giras, entrevistas, películas y, por supuesto, mercadería. Sus actos heroicos están al servicio de la venta de muñecos y productos.
El protagonista es Homelander, cuyos poderes son casi iguales a los de Superman; usa un traje azul, aunque la capa se basa en el diseño de la bandera estadounidense, lo cual también termina siendo una referencia al Capitán América y sus estrellas.
Ante el público, Homelander es todo sonrisas resplandecientes y gestos sobre la Patria y el Cristianismo. Por dentro, es un narcisista y un homicida que no escatima en castigar a los que se le oponen. Parte en dos a los terroristas con su visión calorífica y aplasta el cráneo de los asaltantes, sin juicio.
El actor Antony Starr logró que Homelander causara efectos inquietantes en el público, como alguna vez lo hizo el actor Jack Gleeson cuando encarnó al malvado rey Joffrey, en ‘Juego de Tronos’.
No es la primera vez que se concibe una historia en la que los superhéroes son los malos. Por ejemplo, en la cinta animada ‘Justice League: Crisis on Two Earths’ (2010), Superman y sus amigos se enfrentan a sus dobles malvados en una Tierra paralela. Y justamente el eje de la serie animada ‘Justice League Unlimited’ (2004-2006) se basa en la desconfianza del Gobierno estadounidense hacia Superman y los demás héroes, pues son muy poderosos y se teme que algún día quieran derribar al Régimen y gobernar al país y al planeta entero.
‘The Boys’ va más allá, pues no solo se presenta el dilema moral de la responsabilidad que conlleva un inmenso poder, sino que se cuestiona el uso de esas habilidades e incluso se pregunta si alguien tiene el derecho de señalar cuál es el lado correcto.
Por eso, en la serie también existe el grupo que resiste, The Boys, que da título al libro. El líder es otro personaje cautivador, el caótico Billy Butcher, un tipo sin poderes impulsado por su odio a Homelander (lo acusa de violar y matar a su esposa). Interpretado por un eficiente Karl Urban, Butcher encarna la persistencia pero también el fanatismo, lo cual matiza la impresión inicial de que está del lado correcto.
Butcher se volvió la estrella de la función por su baja tolerancia a la torpeza y una ausencia de filtro para su sarcasmo, clave en el toque de humor (muy negro) de esta serie.
Como contrapeso a Butcher está Hughie Campbell, un chico amable e ingenuo que se unió a los Boys luego de que su novia fuera asesinada accidentalmente por un superhéroe. Interpretado por Jack Quaid, representa la pérdida de la inocencia pero también la esperanza de que, pese a la violencia, llegará la justicia.
¿Violencia? Y mucha, pues la estética de ‘The Boys’ se basa en un impecable escenario y efectos especiales cinematográficos, pero también en sangre (prácticamente, gore) y sexualidad. Podría pensarse que se debe al estilo explícito heredado de ‘Juego de Tronos’, pero en realidad el cómic es mucho más crudo mientras que la serie es más moderada, aunque no pierde su cinismo.
La serie se estrenó el año pasado y en el 2020, entre septiembre y octubre, se vio su segunda temporada, que superó las expectativas, para alegría de los productores. Además de Kripke, quien supervisó a los escritores, el mérito corresponde a Seth Rogen (sí, ese actor que arruinó al Avispón Verde con su horrible película) y a Evan Goldberg, quien se destacó como productor de comedias como ‘Knocked Up’, ‘Superbad’ y ‘Pineapple Express’.
El éxito de la serie garantiza que habrá una tercera temporada. Y esto genera una ironía, pues estamos presenciando el triunfo de una historia que critica a los superhéroes pero que amplía más su dominio en el mercado audiovisual. Pero es más irónico todavía que ‘The Boys’, que critica con dureza el ‘establishment’ del entretenimiento y el consumo, sea promovida por una empresa que es eso justamente: un símbolo de la hipercomercialización.