El tráfico aumenta el riesgo para las tortugas

La tortuga charapa es la más común en el tráfico de fauna. Foto: cortesía

La tortuga charapa es la más común en el tráfico de fauna. Foto: cortesía

La tortuga charapa es la más común en el tráfico de fauna. Foto: cortesía

Las tortugas no son mascotas, recuerdos de un viaje ni regalos para dar en Navidad. Son animales silvestres que se encuentran en peligro por el tráfico y la tenencia ilegal.

Este es el mensaje principal de una campaña impulsada por el Zoológico de Quito en Guayllabamba, ante la llegada masiva de estos reptiles a los centros de atención de fauna del país durante los últimos años. Solo durante este 2020, casi 200 especímenes han sido entregados a dos centros de Quito y Guayaquil.

Algunas arriban con sus caparazones rotos, otras con problemas nutricionales o con perforaciones. Estas marcas evidencian que se las mantenía amarradas o que se intentó colocar un hilo en su cuerpo para arrastrarlas o “pasearlas”.

Martín Bustamante, director del Zoológico de Quito en Guayllabamba, explica que la existencia de casos tan “contradictorios y aberrantes” fue lo que motivó a varias organizaciones a apoyar la iniciativa.

El caso que más le impactó, y que marcó el inicio de esta campaña, fue la llegada -en agosto de este año- de una tortuga marina que fue extraída de una playa del país.

En el 2019, el servicio de Aduanas de Filipinas retuvo más de 1 500 tortugas halladas en un equipaje. Foto: cortesía

El animal fue entregado en Quito como un regalo o recuerdo simbólico del viaje. El hermano de la persona que lo recibió intuyó que lo correcto era llevarla al centro de rescate. En ese momento, empezó el proceso para estabilizarla.

Bustamante cuenta que se pusieron en contacto con la Fundación Equilibrio Azul y con el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina del Parque Nacional Machalilla- para saber cómo manejar a esta cría.

Una vez que se estabilizó, el siguiente paso era llevarla de regreso a su hábitat. Durante los preparativos, les llegó la noticia de que el Hospital de Fauna Silvestre Tueri- de la Universidad San Francisco de Quito- había recibido a otra tortuga, que al parecer era de la misma camada.

Ambas fueron transportadas al Parque Nacional Machalilla y después de un mes fueron liberadas en la isla de La Plata. Lo que empezó como un recuerdo de viaje de playa le costó al centro más de USD 800.

La falsa idea de que las tortugas son un regalo es común en el país. El 27 de diciembre del año pasado, una familia llevó uno de estos animales al zoológico, porque no sabía cómo cuidarla. Era una cría de tortuga charapa, con apenas días de nacida; había sido comprada y obsequiada a un niño en Navidad. El animal tuvo que recibir alimentación asistida y cuidados personalizados para sobrevivir. Después de casi un año, la tortuga sigue en el hospital, bajo el monitoreo de los veterinarios. Pronto será devuelta a los ríos amazónicos.

Los reptiles son transportados ilegalmente entre países y después se los vende como mascotas.

La Fundación Zoológica del Ecuador ha empezado a difundir historias como esta en su página de Facebook, con la intención de llegar a más personas. Desde enero a octubre de este 2020, el zoológico ha recibido 47 tortugas en condiciones similares. Entre las especies más comunes están las tortugas pintadilla, taparrabo y charapa. De las 47, tres son orejas rojas, que son exóticas y representan un problema aún más grande porque no pueden ser liberadas.

Eliana Molineros, directora de Proyecto Sacha, cuenta que este año han llegado alrededor de 150 tortugas hasta su centro de atención de fauna, ubicado en Guayaquil. Desde el 2018 ha movilizado unos 350 especímenes hasta Sucumbíos, que es el hábitat de estos animales. Cada envío le cuesta alrededor de USD 1 200.

Molineros recuerda que la primera tortuga que llegó a su centro había sido entregada a una niña en una fiesta infantil. Cuando la mamá se enteró de que esta era una especie en peligro, la dejó en Proyecto Sacha. El animal se recuperó y fue parte del primer grupo que regresó a su hábitat.

Las personas tienen la falsa percepción de que son animales fáciles de cuidar, dice la veterinaria. En realidad, en el país no existe un alimento que pueda satisfacer las necesidades nutricionales de estos reptiles. Por eso, es común que lleguen con deformaciones, problemas óseos y lesiones en su piel. A esto se suma la falta de espacio en las peceras y los cambios que implica estar lejos de su hábitat natural.

La campaña cobra mayor importancia en estas fechas cercanas a Navidad. La comercialización y tenencia de tortugas no están permitidas en el país.

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