Imagen referencial. Un grupo de investigadores recurrió al uso de células madre para crear diminutos cerebros. Foto: Captura de pantalla
Por primera vez, un grupo de investigadores estadounidenses creó cerebros humanos a escala, en un laboratorio. Se trata de minicerebros desarrollados a partir de células madre modificadas genéticamente, lo cual constituye un avance inédito en este campo.
César Paz y Miño, director del Centro de Investigación Genética y Genómica de la UTE, manifiesta que como toda técnica que manipula células, se necesita contar con tecnología especial para la creación de los minicerebros.
De acuerdo con el especialista, este logro es importante porque los científicos siempre buscaban crear neuronas, a partir de células madre.
Paz y Miño recalca que esta no es una tarea sencilla, porque la neuronas son las células más complejas que se conocen, así como las más difíciles de descifrar, debido a que son las que nos definen como individuos y como especie pensante. Es así que, a través de las neuronas, los seres humanos cumplen funciones cerebrales complejas. De hecho, en estas células radica la psiquis de los individuos: sentimientos, sensaciones, voluntad, afectividad, cociente intelectual, entre otras capacidades.
Debido a esta complejidad, los investigadores de la Universidad de California tardaron casi una década en crear estos minicerebros. A pesar de tener ciertas funciones propias cerebrales, no se consideran órganos completos, señala el director de esta investigación, Alysson Muotri.
Según este científico, estos organoides (cerebros) no contienen todos los tipos de células que se encuentran en la corteza cerebral humana y tampoco se conectan a otras regiones del cerebro. En el momento, uno de los debates éticos que giran en torno a este trabajo está relacionado con la posibilidad de que estos minicerebros lleguen a tener conciencia. Sobre este aspecto, los científicos no se han pronunciado, ya que ni siquiera se han puesto de acuerdo en cómo medir la conciencia en los seres humanos, ni tampoco determinar cuándo el cerebro de un bebé está completo. En cualquier caso, los científicos se han planteado detener el proyecto si hubiera evidencia de que los organoides han generado conciencia, aunque por ahora se considera que son muy primitivos para ello. Para Paola Leone, genetista, esta investigación resulta trascendental porque permite entender el proceso genético de formación del cerebro.
Ella también enfatiza que las células cerebrales están entre las más complejas de reproducir. “Su estructura es muy difícil de entender, porque es capaz de conducir impulsos de una neurona a otra, y esa comunicación entre neuronas genera respuestas complejas”, señala Leone.
La genetista considera, además, que una de las ventajas de las células madre –embrionarias o pluripotentes– es que tienen la capacidad de dar origen a todo tipo de tejidos, así que se pueden crear partes del cerebro, entre otros órganos. Por el momento, los artífices de este desarrollo se han planteado cultivar organoides durante más tiempo, para determinar si estos continúan madurando, así como para averiguar si funcionan como una corteza cerebral normal.
Se estima que en el 2008, otros laboratorios ya trabajaban con células madre de ratón. Estas células, maduradas en placas de cultivo, eran capaces de generar por sí solas una serie de ondas de neuronas, en un proceso similar al que ocurre en el desarrollo del córtex cerebral del mamífero.