La marca ecuatoriana de cinturones elaborados con fajas ganó un premio de los Design Excellence Awards con el Tsawan Belt. Foto: Cortesía Taarach
Taarach, una marca que elabora cinturones con fajas tradicionales otavaleñas, ganó el Design Excellence Award 2020 en la categoría Impacto Social. La premiación es organizada por el Consejo de Accesorios, un organismo internacional basado en Nueva York que busca estimular la demanda de accesorios de moda.
La firma ecuatoriana compitió con cientos de marcas internacionales. Solo cinco llegaron a la final. Mireya Gómez de la Torre, la diseñadora y creadora de esta firma, apoya el trabajo con artículos elaborados por artesanos y dona parte de las ganancias a comunidades vulnerables. Esto fue lo que puso a Taarach sobre los demás competidores.
Rescate de fajas elaboradas en telar manual
Gómez de la Torre compra fajas tradicionales otavaleñas en talleres artesanales y en la Plaza de los Ponchos de Otavalo. Allí conoció a Laura Amaguaña, una bordadora de 62 años, quien le vendió un lote de fajas que había guardado por 10 años.
“Nos encontramos en la Plaza de los Ponchos. Justo me vio puesta una faja y me preguntó al respecto. Le dije que mi hijo las hacía hace tiempos”, relata Amaguaña, vía telefónica.
Bryan Males, el hijo de Amaguaña, aprendió a usar el telar manual de niño. A los 15 años ya elaboraba fajas para entregar. “Ese negocio se terminó, mi hijo no quiso hacer eso”, cuenta Amaguaña.
Explica que tejer en telar manual es muy laborioso. Además, la aparición de la tejeduría con máquinas provocó que los precios de las fajas bajen drásticamente, volviendo insostenible la producción manual.
Ahora, Males tiene 24 años y se dedica a la confección de mascarillas junto a su pareja.
Amaguaña cree que la tradición de hacer fajas en telar manual se está muriendo. Poquísimas personas continúan con la tradición.
“¡Quién no quisiera trabajar si supiera que va a haber mucha demanda!”, reflexiona frente a la posibilidad de que renazca el interés por lo hecho a mano.
Y justamente el objetivo de Gómez de la Torre es que la marca crezca para generar fuentes de trabajo para los artesanos textiles de Imbabura. “Busco mitigar la migración, para que las comunidades regresen a trabajar en sus técnicas ancestrales”, dice la diseñadora.
Apoyo al proyecto Por el pan de cada día
Taarach también busca retribuir a la sociedad con donaciones enfocadas en disminuir la desnutrición infantil en comunidades de la Sierra ecuatoriana.
La marca creó el programa 111, a través del cual donaba USD 15 por cada venta. Eso equivalía a una colación por un mes para un niño. Las donaciones se destinaban a la guardería del padre Juan Bottasso, en Cumbayá. Sin embargo, tras la muerte del salesiano en 2019, el proyecto fue cerrado.
La diseñadora redirigió las donaciones a la Misión Don Bosco. Sus aportes llegan a Simiátug, en Bolívar.
Durante la pandemia, la Misión lanzó el proyecto Por el pan de cada día. Así lo da a conocer Fernanda Vasco, comunicadora de la organización.
Esta campaña entrega a familias vulnerables tarjetas de USD 60 mensuales para la compra de alimentos. En los lugares donde no hay supermercados, se entregan canastas de alimentos no perecibles.
El programa llega a 4000 familias que no tienen ingresos fijos y que tienen entre sus miembros a personas con discapacidades o de la tercera edad.
A lo largo de estos seis meses, los aportes de Taarach han contribuido para que 40 familias de Simiátug reciban canastas en tres ocasiones.
Esta campaña se cerrará a mediados de octubre para dar paso a una que no solo se ocupe de los alimentos, sino también de atender otras necesidades que se han agravado por la crisis económica.
Fernanda Villavicencio, técnica de la Misión, dice que al cierre se hará una evaluación sobre el impacto de Por el pan de cada día y se emitirá un informe.
“Mi flujo de ventas no es grande”, asegura Gómez de la Torre. Sin embargo, cree que compartir y retribuir a las comunidades es una responsabilidad de quienes tienen estabilidad económica.
Si bien las donaciones de la diseñadora se focalizan en la alimentación, con esto busca evitar la deserción escolar. “Soy fiel creyente de que la educación y el desarrollo de los países van de la mano”, finaliza Gómez de la Torre.