En Loja se usan sistemas de riego por aspersión en el maíz. Foto: cortesía FAO Ecuador
La calidad y disponibilidad del agua se ha convertido en una preocupación global y Ecuador no escapa de esta problemática. El rápido aumento de la población en el mundo está exigiendo una mayor producción de alimentos que, si no es realizada de forma sustentable, puede tener efectos perjudiciales para las fuentes hídricas y generar una escasez de líquido vital en el planeta.
La agricultura y la ganadería son dos sectores que han sido relacionados con el deterioro de la calidad del agua y con el uso de cantidades innecesarias de este recurso. Según la Organización Naciones Unidas, casi dos terceras partes del agua utilizada por el hombre se destina a la agricultura y en Asia el número aumenta hasta las cuatro quintas partes.
En Ecuador, alrededor del 80% del agua disponible es utilizada para la agricultura y la ganadería, dice Diana Ulloa, subsecretaria Técnica de Recursos Hídricos de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua). La demanda más grande se ha identificado en zonas como la cuenca del río Guayas, que aglutina los cultivos de agroexportación, y en la cuenca del río Jubones, que cuenta con cultivos que demandan gran cantidad de agua, como caña, banano y arroz.
La agricultura también aporta con los químicos, desechos y materia orgánica que se vierten a los cuerpos de agua. En el caso de la ganadería, los antibióticos y hormonas que se emplean para estas actividades terminan en las fuentes hídricas, causando su deterioro.
Ulloa dice que en todas las demarcaciones del país existen procesos de contaminación, pero no se ha logrado atribuir un porcentaje de responsabilidad a las actividades agrícolas. Lo que sí se ha podido evidenciar es que en las zonas con mayor cantidad de cultivos, que a su vez usan más pesticidas, hay un cambio en la calidad del agua.
La Senagua prevé que en 10 años más, la demanda del recurso para la agricultura en el país aumentará en un 22% a 30%. Por eso, es necesaria la implementación de prácticas más sostenibles con el ambiente. La Subsecretaria Técnica cuenta que una alternativa es la tecnificación del riego.
Esta es una opción para lograr los mismos resultados con menor cantidad de agua.
Juan Merino, coordinador Nacional del proyecto Agricultura Climáticamente Inteligente, explica que la demanda del recurso hídrico en la producción de alimentos es alta a escala mundial. Para producir un vaso de leche, por ejemplo, se necesitan 200 litros del líquido vital; para obtener una manzana se utilizan 70 litros.
Debido a la creciente demanda de comida, “hay que saber producir con criterios de sostenibilidad y eficiencia”. Esto implica trabajar con las personas que viven de la agricultura para mejorar los niveles de productividad y, al mismo tiempo, reducir la cantidad de residuos y controlar los contaminantes.
Merino cuenta que desde el 2016 se está aplicando en el país este proyecto, que es ejecutado por los ministerios de Ambiente y Agricultura, con el apoyo de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Actualmente, se realiza en siete provincias de la Costa, Sierra y Amazonía. A través de este, se promueve el uso eficiente de los recursos naturales para evitar la presencia intensiva de agroquímicos y se han implementado sistemas de cosecha y captación de agua.
Datos de la FAO muestran que en Ecuador solo un 12% de la producción agrícola cuenta con provisión permanente del líquido. El resto de los sistemas productivos agropecuarios basan su producción en agua proveniente de la época lluviosa.
A través de esta iniciativa, en Loja se implementaron sistemas de riego por aspersión en parcelas de maíz. Esta tecnología ayuda a producir forraje y a conservarlo para las épocas de seguía. En Santa Elena y Guayas se están consolidando las albarradas con el mismo propósito. Hasta ahora, se ha logrado vincular a 1 500 productores y se ha logrado mejorías en los sistemas productivos de Imbabura y Manabí, donde la producción con sistemas de riego y manejo de cercado eléctrico ha aumentado.