El volante Sergio López, de Aucas, en el primer entrenamiento en el estadio Gonzalo Pozo Ripalda, en el sur de Quito. Tomado de Aucas
En la casa de Sergio López, el PlayStation que se compró para la cuarentena está empolvado. Las actividades domésticas y los entrenamientos coparon su tiempo. Tanto, que la espera para volver a los entrenamientos junto al resto de sus compañeros en Aucas se hizo más llevadera.
Pensaba que estando en casa iba a tener tiempo para jugar videojuegos, pero su hijo y su esposa coparon ese espacio. “Me compré un PlayStation al inicio de la cuarentena que lo usé muy poco. Tener un hijo pequeño demanda mucho tiempo y mucha atención. Cuidarlo hizo que todo esto sea más llevadero”, asegura el ‘Negro’, como conocen al mediocampista argentino.
López llevaba pocos días en Aucas y, por ende en Quito, cuando todo se paralizó por la crisis del covid-19. Sus compañeros recién lo estaban conociendo y para López el acoplarse al estilo de Máximo Villafañe le resultaba complejo.
“Fui el último extranjero en unirme al equipo y el parón no fue bueno. Apenas estaba conociendo a mis compañeros. No había hecho pretemporada y no sabía con certeza el estilo de juego de Aucas”, dice. Con los orientales, este año apenas jugó tres partidos. Ante Técnico Universitario, por la segunda fecha de la LigaPro, no sabía cómo se llamaban todos sus compañeros.
“La adaptación no fue sencilla. El no haber llegado a la pretemporada hizo que tuviera que acoplarme rápidamente a un equipo ya trabajado, a un estilo nuevo para mí”. López fue campeón en el 2019 con Delfín. Su buen rendimiento con los cetáceos hizo que otros clubes del extranjero se fijaran en él. Esto logró su transferencia al club.
“Tenía todo listo para jugar en un equipo de Arabia Saudita. Pero por una falsa información de los médicos del Delfín no se concretó nada y la última oferta que tuve fue la de Aucas”, dijo el volante. El médico del cuadro manabita había informado que López estaba lesionado. Este reporte, según su versión, estuvo cerca de afectar también su llegada al Aucas.
Al futbolista le tocó explicar lo sucedido. Al final, los chequeos médicos determinaron que estaba listo para unirse al plantel sin riesgo alguno y de forma inmediata. El año pasado, López formó una asociación temible de ataque junto a Carlos Garcés y Roberto Ordóñez, en el campeón Delfín. Sin embargo, en Aucas la intención no es que sea un volante armador sino que actúe más retrasado, como un mediocampista cinco.
Ahora, después de tres meses de paralización, a López le brillan los ojos. Sabe que está a la par de sus compañeros y que las seis semanas que tendrá antes de que se reanude la competencia serán esa pretemporada que no tuvo. “Todos estamos en las mismas condiciones, corremos igual y llegamos a esta instancia después de un paralización importante. Ahora es empezar de nuevo y todos tenemos una chance para ganarnos un puesto”, aclara el jugador, que también actuó en Chile y en Colombia.
López lamentó y entendió la salida de tres compañeros del primer equipo por culpa de la crisis económica que desató la emergencia. Por suerte pudo despedirse de Tomás Oneto, Édison Carcelén y Fernando Fernández, quienes lo apoyaron cuando apenas se puso la casaca oro y grana, en el arranque de la temporada, días antes del inicio de la cuarentena.