Naomi Osaka (foto), de Japón, disputará la final del US Open ante la legendaria Serena Williams. Foto: Dino García para EL COMERCIO
La estadounidense Serena Williams afrontará la final del Abierto de tenis de Estados Unidos con dos desafíos: superar a la joven promesa japonesa Naomi Osaka y, sobre todo, vencer a la historia.
A menos de 20 días de cumplir 37 años y justo un año después de haber sido madre por primera vez, Williams buscará su vigésimo cuarto título de Grand Slam, marca con la que igualaría a la legendaria australiana Margaret Court, que ganó 24 grandes entre 1960 y 1973.
Sería además su séptimo título del US Open, donde mañana, sábado 8 de septiembre del 2018, disputará su novena final. “No lo sé, realmente”, respondió ante la posibilidad de igualar el récord de Court y ubicarse en lo más alto de la lista histórica, tanto femenina como masculina. El tema le incomoda. “Es difícil de decir algo porque tuve la oportunidad de lograr eso este verano, y no sucedió, así que… Solo voy a seguir intentándolo. Si no sucede el sábado, seguiré intentando en el próximo torneo”, resaltó la menor de las hermanas.
La exnúmero uno del mundo ya tuvo la oportunidad de emparejar a Court en Wimbledon, pero cayó en la final ante la alemana Angelique Kerber, razón por la cual prefiere avanzar con cautela.
Tal vez porque sepa que está frente a la posibilidad de hacer historia, pero probablemente por el significado que tuvo su maternidad hace un año, con complicaciones que pusieron en riesgo su vida después del nacimiento de su hija Olympia. “Honestamente, esto es increíble”, aseguró el jueves al pie de la pista, con la voz quebrada y al borde de las lágrimas tras la victoria sobre la letona Anastasija Sevastova.
“Me emocioné un poco porque un año atrás, literalmente estaba luchando por mi vida en el hospital después de tener a mi bebé”, explicó.
“A esta altura, el año pasado creo que iba por mi cuarta cirugía”, dijo luego con más detalle. Tras el parto, Williams estuvo seis días internada y justo hoy se cumple un año de su salida del hospital, aunque durante las siguientes seis semanas debió permanecer en cama en su casa.
Recién en febrero y cuando estaba en la fase final de su preparación para regresar al circuito en Indian Wells se animó a contar el drama que había padecido. “Mi hija nació por una cesárea que se me practicó de emergencia porque su ritmo cardíaco bajó drásticamente durante las contracciones”, precisó la campeona de 23 Grand Slam en aquel momento. Tras el parto, Williams sufrió un embolia pulmonar por sus problemas de respiración crónicos. Y como consecuencia de la fuerte tos durante ese proceso, se le abrió la herida de la cesárea. Los médicos entonces encontraron un gran hematoma en el abdomen, y la volvieron a operar para evitar que los coágulos llegaran a sus pulmones.
Por eso se entiende su emoción y la descarga que tuvo tras vencer a Sevastova para volver a la final en Flushing Meadows, donde obviamente estuvo ausente el año pasado. “Luché mucho después del nacimiento de mi hija para tener la oportunidad de volver a jugar en este estadio y ganar una semifinal aquí es algo que no puedo creer”, remarcó Williams.
“Es notable. No podría haberlo predicho en absoluto”, afirmó la ex número uno sobre su regreso a una final del US Open. “Solo sé que estuve trabajando realmente duro y que es solo el comienzo de mi regreso. Todavía estoy en el camino ascendente”, completó. Pero para que la historia cierre perfecta, a Williams le falta un paso: derrotar mañana a la carismática Osaka, hija de padre haitiano, madre japonesa y criada en Estados Unidos. Y sobre todo, una fanática incondicional suya.
Osaka, de 20 años y vigésima en el ranking mundial, no había nacido cuando Serena ya había debutado como profesional. Y ni siquiera había cumplido dos años cuando la estadounidense ya había levantado su primer trofeo en el CoronaPark, su primer grande, en 1999. Pero a pesar de haber llegado a su primera final de Grand Slam y ser la primera japonesa en conseguirlo, Osaka no paraba de demostrar su emoción por poder enfrentarse a su ídola.
“Mamá, lo hice. Te amo y gracias”, gritó la japonesa en la pista, justo antes de mandarle un mensaje a su rival de mañana: “Serena, te amo”. Y continuó con sus muestras de amor. “Los amo a todos”, cerró con una carcajada en la pista que despertó los aplausos de la multitud en la pista Arthur Ashe. Pero no se quedó en eso. “Esto va a sonar un poco mal, pero yo en lo único que estaba pensando es que ‘realmente quiero jugar contra Serena'”, explicó Osaka con una sonrisa cuando la consultaron por cómo había hecho para levantar 13 puntos de break en su semifinal ante Madison Keys. “¿Por qué? Porque es Serena”. Pero aunque parezca curioso, Osaka llegará a la final con ventaja en el historial sobre Williams, ya que le ganó de manera categórica 6-3 y 6-2 en marzo de este año en Miami, aunque recién era el segundo torneo que la exnúmero uno jugaba tras la maternidad.