El jugador no viajó con sus compañeros a Argentina para jugar la Copa ante Vélez. Se acondiciona físicamente. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO.
La chompa roja y dorada de Aucas que lucía aún conservaba ese particular olor de la ropa recién estrenada. Era la mañana del pasado miércoles y Luis Miguel Escalada se acercó al borde de la cancha del estadio Gonzalo Pozo para conversar con los periodistas.
Antes, había cumplido una práctica ligera, la primera con el equipo oriental, y después tuvo tiempo para sentarse en uno de los ‘coolers’ de utilería y conversar con viejos amigos del fútbol como su compatriota Alejandro Frezzotti y el golero Luis Fernando Fernández.
‘Pichu’ fue anunciado en la noche del lunes 27 de enero del 2020 como el último refuerzo oriental de la temporada. Tiene 34 años y una carrera larga en el fútbol ecuatoriano que comenzó en el lejano 2006, cuando llegó junto a su amigo Marcos Mondaini a Emelec. Venía con la reputación de haberse formado en las inferiores de Boca Juniors y superó las resistencias iniciales con un rendimiento endemoniado: 29 goles en 40 partidos.
‘Papá’ será el noveno equipo del argentino-ecuatoriano en el fútbol local. En Ecuador lleva 12 temporadas como profesional: tiene 342 partidos jugados y 116 goles, unos indicadores nada despreciables para un jugador que entró en la recta final de su carrera como futbolista.
Escalada ya no es el explosivo muchacho que enamoró a los hinchas eléctricos hace 14 años. Ahora se sienta en la mesa de los experimentados del fútbol. Su llegada a Aucas obedece a la necesidad del equipo del entrenador Máximo Villafañe de contar con jugadores de recorrido que sepan guiar a un equipo formado en su mayoría por jugadores que no superan los 25 años.
“Me gustó el proyecto de Aucas. Conozco a las personas encargadas de la directiva y también al cuerpo técnico. Me gustó el hecho de que querían contar conmigo. Para el jugador es importante sentirse querido y valorado en el proyecto”, sostuvo el jugador nacido en la localidad argentina de Ceres, en Santa Fe.
El entrenador Villafañe complementa la idea del aporte del delantero, campeón con Liga en la temporada 2007 y bicampeón con Emelec en las temporadas 2014 y 2015.
“Escalada, al igual que los otros jugadores de experiencia que contratamos, tiene como misión absorber la presión, además de guiar y ser ejemplo”.
Desempolvando su faceta de centrodelantero
Rodeado de periodistas, con su flamante uniforme oro y grana, Escalada cumple con un pedido: hacer cascaritas o ‘jueguitos’ como le dicen en Argentina al acto de dominar el balón con ambas piernas.
“Mirá que el dominio no es lo mío, eh”, advierte el ‘Pichu’ y se le nota que no la pasa tan bien intentando controlar el esférico. En los últimos años, en Católica y D. Cuenca, el jugador retrasó su posición a la de mediapunta y por ello redujo su producción goleadora: en el 2010, por ejemplo, en su primera etapa en el ‘Expreso’ marcó 16 tantos, mientras que el año pasado solo logró cinco.
Villafañe precisa que Escalada vuelve a ser nueve. “No me he olvidado los conceptos, me voy a acoplar a las necesidades del equipo”, añadió.
‘Pichu’, su esposa Mariana y su hija Rufina buscan casa en Quito. En la capital se reencontrará con los amigos que le dejó el fútbol en su larga carrera, como Norberto Araujo y Facundo Martínez.