Aucas es tenacidad, corazón, esfuerzo, es pueblo… Esas definiciones salieron a relucir ayer (16 de noviembre) en el estadio Atahualpa, en donde el equipo oriental volvió a la Serie A, después de pasar ocho años entre la Segunda Categoría y la B.
¿Sufrió? Sí. Y también jugó mal. Pero en estos casos, al hincha no le importan los estilos, las tácticas ni las recomendaciones. Ayer, su rival, Liga de Portoviejo, hizo el gasto físico y táctico. Mientras que Aucas pareció que siempre buscó el empate con el que terminó el partido (1-1) y que le dio la clasificación a la Serie A.
Un juego que empezó con nerviosismo de los jugadores. El desorden se apoderó de ellos. Edwin Méndez entregó mal el balón en siete ocasiones, al igual que sus compañeros, en los primeros 17 minutos.
Lauro Cazal, Jairo Padilla, Jimmy Delgado… se dedicaron a reclamar. Eso puso en alerta a su DT Juan Ramón Silva, quien antes del partido había pedido que hicieran rotar el balón, con pases cortos, para que los rivales se cansaran. Eso no dio resultado en el primer tiempo.
La euforia se convirtió en angustia entre los hinchas, a raíz que la Liga manabita hizo un golazo. Hugo Vélez, el ex Nacional, disparó desde fuera del área para silenciar el estadio (desde el minuto 38, hasta terminar la primera etapa).
Silva se quedó sentado en la banca. Él presumió que ese desorden se pudiera dar porque la última semana los jugadores se distrajeron por completo.
Ellos habían estado más pendientes de las entrevistas que salían en la televisión, en los diarios, en las radios. “Fue difícil concentrarse porque había motivos. Unos decían: viste que salí en el diario”, admitió Silva y algunos de sus colaboradores, tras el encuentro.
Esos preámbulos fueron parte de la fiesta en el estadio Atahualpa. Allí, el Aucas jugó un cotejo discreto en el primer tiempo y poco táctico en el segundo. En esta última parte, Silva puso a Manolo Gómez, un paraguayo que se identifica con la blusa auquista porque es puro corazón. El zurdo trató de jugar por el sector izquierdo y poner orden en el medio campo. Lo hizo a medias, pero después se cambió al sector derecho, donde sí encontró mejores opciones que terminaron en el penal y el gol del empate.
La ‘U’ manabita llegó a defenderse hasta con diez jugadores. Solo buscaba el contragolpe. Eso originó que los auquistas remataran desde afuera, buscaran los pases laterales. Y ya cuando iban 70 minutos, no importaban las tácticas ni las estrategias. Allí valía el gol del empate.
Yuno de los artífices de esa valiente acción es Ronny Medina, a quien le hicieron el penal que terminó por convertir Jimmy Delgado.
Después de eso, el Atahualpa se convirtió en una fiesta. Las 25 961 personas, que dejaron una taquilla de USD 238 169, cantaron, gritaron, lloraron, ondearon banderas, se sacaban las camisas, mostraban tatuajes, leyendas… llamaban a sus amigos liguistas plantando apuestas para el próximo año.