El martes 8 de diciembre, la Policía localizó el cadáver de Franklin Sánchez en una quebrada en Cutuglagua. Foto: Archivo particular
Su hija ya presentía algo malo. Experimentaba una extraña sensación en el pecho. Franklin Sánchez, su padre, retornaba a casa en la madrugada, siempre a la 01:00. El 21 de noviembre no llegó. La familia lo llamó insistentemente al celular, pero solo respondió la contestadora.
Dos semanas después, la Policía localizó el cadáver de Sánchez en una lejana quebrada ubicada en Cutuglagua, en el suroriente de Quito. El taxista, de 53 años, tenía sus manos atadas con un cordón de zapato.
El vehículo plateado que usaba para hacer carreras sigue desaparecido. La familia está segura que detrás del crimen se esconde el robo del automóvil.
Anteayer, otro chofer apareció muerto dentro de un auto color plata, en el barrio Bella Aurora, en el norte de la capital. El conductor, identificado como Oswaldo Masabanda, tenía un corte profundo en el cuello. Los agentes aún investigan las causas del homicidio.
Estos dos crímenes se suman a una serie de ataques perpetrados contra taxistas informales, según choferes consultados ayer, 15 de diciembre del 2015, por este Diario. Ellos advierten que hay personas que les roban el dinero y en otros casos los amenazan y no logran cobrar el pasaje.
Mayra fue asaltada el domingo anterior. Dos jóvenes y una señora se subieron a su taxi, que todavía no tiene permisos municipales, en Solanda, en el sur de la ciudad. Los desconocidos pidieron que los llevara hacia La Argelia. Llegaron a la avenida Simón Bolívar y ahí la atacaron. Le robaron los USD 40, el celular y la radio. Enrique trabaja desde el 2014 como chofer informal. En el último año ha sufrido dos robos.
Antonio Calderón, presidente de Asociación de Taxis Ejecutivos de Pichincha, reconoce la vulnerabilidad. La noche del lunes, a un compañero le quitaron la radio motorola, dinero y el teléfono. El pasajero le amenazó con un puñal.
Los taxistas irregulares admiten que no denuncian estos hechos por temor a las sanciones. El Código Integral Penal fija multas de USD 708, la reducción de 10 puntos en la licencia y la retención de los vehículos a quien transporte pasajeros sin contar con los permisos.
Hernán, un desempleado de 55 años, recorre la ciudad en un auto Chevrolet Aveo. Enciende y apaga las luces para alertar a los peatones que es taxista. El chofer, que hasta hace dos años trabajaba en un hotel, comenta que diciembre es un “mes muy bueno” para el gremio, tanto regular como informal. Las lluvias, las compras para Navidad y las cenas que hacen las empresas aumentan el trabajo.
Pero también crece el riesgo, sobre todo en la noche. Los sospechosos salen a las calles y buscan taxis sin permisos municipales, que no están equipados con cámaras de vigilancia.
“Salimos porque debemos llevar el pan a la casa. No hacemos daño a nadie”, dice Miguel, un joven de 27 años sin empleo y que conduce un auto sin permiso.
Franklin Sánchez, el taxista hallado en Cutuglagua, era el sustento del hogar. Desde el 2013 hacía carreras en su Nissan Sentra. Con el dinero alimentaba a su esposa y a dos de sus cuatro hijos que vivían con él en Guajaló, en el sur.
El cadáver del conductor fue localizado a 2 kilómetros de esa zona. El avanzado estado de descomposición impidió identificar si lo golpearon.
La madrugada de ese 21 de noviembre, la familia pidió ayuda a un pariente policía y analizaron el rastro que dejó su celular. La última señal que arrojó el dispositivo los refería hasta Fajardo, en el valle de Los Chillos. En la mañana lo buscaron en terrenos baldíos, quebradas y bosques de ese sector, sin ningún resultado.
A Masabanda también lo rastrearon en barrios del norte de Quito. Entre lunes y viernes trabajaba de albañil, pero los fines de semana movilizaba pasajeros para ganar un dinero extra. La noche del domingo 14 habló con su esposa y le comentó que ya estaba por regresar a casa. Las horas pasaron y él no apareció. Lo encontraron degollado en Bella Aurora.
Mayra, la mujer asaltada en La Argelia, revela que los sospechosos piden carreras a puntos considerados “no peligrosos”, pero durante el trayecto exigen que se desvíen y aprovechan para atacarlos.
El servicio informal confluye sobre todo en 27 zonas de Quito, la mayoría en el centro y sur.
Datos de la Secretaría de Movilidad refieren que en la capital circulan 14 617 taxis formales y se calcula que otras 6 000 son unidades no regularizadas.
Los taxistas informales saben que mientras no los legalicen es difícil que accedan al kit de seguridad que instala la Agencia Nacional de Tránsito en las unidades de transporte público.
Los conductores creen que con la cámara de vigilancia y el botón de pánico se sentirían más tranquilos. Incluso podrían ubicar a los vehículos.
Los hijos de Sánchez aún rastrean el auto plateado. Desde el 21 de noviembre han pegado afiches en Latacunga, Pujilí, Machachi…“Somos una familia llena de nostalgia por la desaparición de nuestro querido padre”, escribieron en las hojas volantes.
En contexto
Los conductores de unidades sin permisos municipales conocen que para acceder a un cupo para formalizarse deben pagar entre USD 3 000 y 8 000. La promesa es la misma: garantizar un puesto cuando se inicie un proceso de regularización.