Los electores que acudieron a ejercer su derecho al voto a última hora se enfrentaron a congestión vehicular y otras dificultades. Foto: EL COMERCIO.
Los electores que acudieron durante la última hora, antes del cierre de la jornada de sufragio de este domingo 24 de marzo, vivieron las angustias de llegar a tiempo a sus mesas de votación ante las congestiones vehiculares registrados alrededor de grandes centros electorales del centro-norte de Guayaquil.
Carlos Reyes, de 26 años, tuvo que bajarse del bus unos tres kilómetros antes de la Universidad de Guayaquil, su centro de votación. Fue uno de las decenas de usuarios del transporte público que decidió bajar del colectivo y avanzar caminando por la avenida Francisco de Orellana en sentido norte-sur pues las largas filas de buses y de automóviles avanzaban sobre las 16:00 a unos 6 kilómetros por hora.
“Siempre vengo a votar hasta mediodía, quise evitar las horas de mayor calor y de más concurrencia, pero no conté con el tráfico“, indicó Reyes, que caminaba deprisa. La temperatura fluctúo entre los 25 y los 30 grados centígrados en la tarde. “Aún tengo que buscar la mesa porque me han cambiado a la Facultad de Ciencias Administrativas”.
En las 10 facultades de la Universidad de Guayaquil estaban empadronados
93 800 personas. Una gran afluencia de público desbordaba las aceras y la entrada principal por la avenida Delta, pasadas las 16:30.
Macario Ciavichai, de 46 años, quien había llegado a votar más temprano y quien conoce el campus Salvador Allende pues trabaja despachando bebidas, se quedó guiando a los rezagados que llegaban desorientados. Frente a un mapa informativo de la ubicación de las facultades, guiaba a los electores hacia sus mesas. “Hay mucha gente que ha venido a última hora y no ubica su junta”, dijo.
Un hombre ayuda a otro a encontrar su recinto electoral en el interior de la Universidad de Guayaquil. Foto: EL COMERCIO.
A 10 minutos del cierre de votaciones (17:00), por los pasillos de la Universidad Laica corrían un puñado de jóvenes, hombres y mujeres, que buscaban cada quien por su parte cumplir con el sufragio ‘in extremis’. Nadia Conde, de 26 años, recorrió los pasillos de dos de las alas de la planta baja, subió y bajó las escaleras, hasta que otro votante le dijo que la mesa 117 femenina estaba en el Coliseo, al fondo del recinto electoral.
Llegó a las 16:52 a su mesa y votó en menos de tres minutos. “Se me hizo tarde haciendo cosas en la casa y luego hubo mucho tráfico“, dijo, todavía con la respiración acelerada. En la Universidad Laica estaban empadronados 23 100 electores.