Los nigerianos residentes en Sudáfrica han sido víctimas de ataques xenófobos. Los extranjeros han tomado vuelos para regresar a su país. Foto: AFP
El primero de los vuelos programados para repatriar a los 640 nigerianos residentes en Sudáfrica, que solicitaron salir del país para huir de los disturbios xenófobos ocurridos en los últimos días en el país, despegó este miércoles 11 de septiembre del 2019 de Johannesburgo con dirección a Lagos.
Este primer avión, que salió del Aeropuerto internacional Oliver Tambo con varias horas de retraso debido a problemas con la documentación de algunos de los pasajeros, evacuó a 317 personas, confirmó el ministro de Asuntos Exteriores nigeriano, Geoffrey Onyeama, en su cuenta de Twitter.
Las operaciones de repatriación continuarán en los próximos días, hasta completar la salida de los 640 inmigrantes nigerianos que habían transmitido al Consulado de su país sus intenciones de abandonar Sudáfrica.
Los vuelos son gratuitos gracias a una iniciativa de la compañía privada nigeriana Air Peace, que puso a disposición sus aviones a raíz de los episodios de violencia.
La comunidad nigeriana -a la que frecuentemente se asocia con la criminalidad en Sudáfrica- fue precisamente una de las más afectadas por los saqueos y disturbios xenófobos ocurridos desde el 1 de septiembre en zonas de Johannesburgo y su cinturón metropolitana.
En consecuencia, el Gobierno encabezado por el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, ha sido uno de los más críticos con los incidentes, aunque Sudáfrica también ha sido foco de reprimendas de muchos otros países africanos como Zimbabue, Mozambique o Zambia.
De hecho, el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, anunció el martes 10 de septiembre el establecimiento de un puesto de acogida cerca de la frontera con Sudáfrica “para la repatriación voluntaria e inmediata de los ciudadanos directamente afectados por la ola de violencia”.
Mientras, en las afueras de Johannesburgo, se habilitaron centros que están acogiendo a cientos de personas de distintas nacionalidades -como un refugio temporal para mozambiqueños y otro para zimbabuenses a la espera de posibles operaciones de repatriación- que tuvieron que abandonar sus casas por la violencia.
En total, se han confirmado doce víctimas mortales (las dos últimas en disturbios ocurridos este pasado domingo) desde que empezaran los altercados el pasado 1 de septiembre, cuando comercios y tiendas de extranjeros, pero también de sudafricanos, fueron atacadas en distintas zonas de Johannesburgo.
De esa docena de fallecidos, diez son sudafricanos y dos son extranjeros, según confirmó este martes la ministra de Defensa del país, Nosiviwe Mapisa-Nqakula, en una comparecencia de prensa.
“Sudáfrica no es un país xenófobo. A quien se encuentre en el lado opuesto de la ley se le tratará en consecuencia”, recalcó la Ministra.
Estos brotes de violencia, sin embargo, se repiten con cierta frecuencia en Sudáfrica, especialmente en Johannesburgo y su cinturón metropolitano, en las zonas habitadas por población de bajos recursos. El caos es aprovechado, además, por bandas del crimen organizado para actuar con impunidad.
En esta ocasión, los primeros conatos de violencia se dieron el 1 de septiembre, después de que tres personas fallecieran en un incendio de un edificio ocupado.
Pese al pobre desempeño de la economía sudafricana en los últimos años y el alto desempleo (29%), Johannesburgo es hogar y foco de atracción para miles de migrantes de la región, sobre todo de Mozambique, Zimbabue y Lesoto, en busca de un futuro mejor en el corazón financiero de la nación más desarrollada de África.
Los graves problemas sociales -en una de las naciones más desiguales del mundo- provocan, sin embargo, tensiones subyacentes que estallan periódicamente contra las comunidades de inmigrantes, bajo excusas como su presunta responsabilidad por la criminalidad.