El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, concluye una rueda de prensa ofrecida tras conocer que la Fiscalía General le imputará en tres casos en los que se le investiga por corrupción, y prometió que probará que todas las acusaciones son falsas. Foto: EFE
Idealizado por unos y denostado por otros, el israelí Benjamin Netanyahu genera consenso en un punto: su formidable facultad para enfrentar la adversidad, de la que tendrá que servirse para ganar las elecciones generales, mientras que la amenaza de una acusación por corrupción se cierne sobre él.
El fiscal general anunció el jueves 28 de febrero de 2019 su intención de inculpar al primer ministro saliente, aunque le dio una última oportunidad para explicarse y evitar un juicio.
Netanyahu no podrá comparecer antes de las elecciones del 9 de abril. Pero la perspectiva de un primer ministro en el cargo compaginando un pleito en los tribunales con su tarea para enfrentar los desafíos en materia de seguridad y de economía podría hacer reflexionar a los electores.
En el poder desde hace casi 13 años, en liza por un quinto mandato, Netanyahu (69 años) podría batir a mediados de julio el récord de longevidad que en la actualidad ostenta David Ben Gurion, si fuera reelegido.
Un récord que podría no lograr, si bien ‘Bibi’, como le conocen los israelíes, ya ha demostrado en otras ocasiones su feroz instinto de supervivencia.
Su eficacia política, sus logros a través de golpes diplomáticos, su imagen de mejor garante de la seguridad en un país que enfrenta varias amenazas, junto con su maestría a la hora de comunicar y el crecimiento económico de Israel, han reducido su competencia al máximo.
Tras las elecciones de 2015, que él mismo convocó antes de agotar la legislatura (como este año) , los tertulianos compararon su victoria con un retorno de entre los muertos.
“Nos guste o no”
Ejerció el cargo de primer ministro de Israel de 1996 a 1999 y volvió al puesto en 2009. Corpulento, de cabello cano, ha estado tan presente en el último cuarto de siglo del país, que el diario Haaretz intentó “imaginar la vida sin Netanyahu”.
“Cuando Israel haya perdido a Bibi, seguramente habrá momentos en que lamentará no tener un líder de altura internacional, reconocido por todo el mundo y que, nos guste o no, hace que todo el mundo preste atención cuando toma la palabra”, escribió Haaretz, sin embargo hostil a Netanyahu.
Nieto de rabino e hijo de un historiador ultrasionista, Netanyahu nació el 21 de octubre de 1949 en Tel Aviv.
Es el primer jefe de gobierno nacido tras la creación de Israel, en 1948, y pasó parte de su infancia en Estados Unidos. Estudió en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology y tiene un perfecto dominio del inglés.
Volvió a Israel y sirvió cinco años en una unidad de las fuerzas especiales. Resultó herido en el rescate de un grupo de rehenes de un avión secuestrado por los palestinos en 1972.
En los años 1970-1980 dio sus primeros pasos en política, de la mano de su mentor, Moshe Arens, del partido Likud (derecha). Fue diplomático en la embajada de Israel en Washington y, más tarde, embajador en la ONU, antes de entrar como diputado en 1988.
“Los más fuertes”
Se jacta de las nuevas relaciones con los países árabes, de que Israel se haya convertido en una potencia tecnológica “mundial” y en un “modelo para el resto del mundo”, así como de hablar de igual a igual con los grandes líderes del planeta.
También se enorgullece de su relación privilegiada con el presidente estadounidense, Donald Trump, que en 2018 decidió trasladar la embajada de su país de Tel Aviv a Jerusalén, en medio de una lluvia de críticas de la comunidad internacional, un acto “histórico”, según Netanyahu.
Sus detractores lo acusan de nepotismo, de ser un autócrata con ansias de poder, de tener un discurso populista que va en contra de los fundamentos democráticos de Israel. Para ellos, Netanyahu nunca ha deseado la paz con los palestinos.
“Solo los fuertes sobreviven”, afirma. “Me gustaría que me recuerden como el protector de Israel, con eso me basta”.