Nelly Villamar, que laboraba como trabajadora social de Fiscalía, aparece con su esposa y sus dos pequeñas hijas.
El dormitorio de Nelly Villamar está intacto. En su closet permanece su ropa y en los veladores todavía están sus cosméticos. El uniforme de la Fiscalía, en donde era trabajadora social, también está guardado. Sus expedientes tampoco se han movido de su escritorio.
Para su esposo, Luis Corozo, mantener sus cosas en la casa es la única forma de sentir que no se ha ido. Con la voz entrecortada recuerda que en marzo ella falleció tras contraer el covid-19.
Fue el 18 de marzo del 2021 cuando le llamaron del Hospital del IESS de Guayaquil. “Su esposa ha muerto”, le dijo un doctor. Luis no recuerda nada más de esa conversación. Él, quien también es médico, cuenta lo difícil que fue decirles a sus pequeñas hijas de 9 y 11 años que su mamá no iba a regresar.
La noticia de la muerte de Nelly fue difundida por la Fiscalía ese mismo día. A través de un comunicado, la entidad se solidarizó con su familia y señaló que ella fue una de las trabajadoras sociales que “no dejó de laborar presencialmente” atendiendo a mujeres víctimas de violencia durante la pandemia.
A su hermana Jessica Villamar eso le consta. Ella recuerda que el 2020 Nelly le contó que durante el confinamiento las mujeres fueron más agredidas que en otras épocas. Las denuncias por violencia física y psicológica se incrementaron. “Durante los cuatro meses que estuvo en teletrabajo pasaba todo el día haciendo llamadas. Ella por teléfono hablaba con las víctimas que habían sido violentadas. Las consolaba cuando lloraban y les decía que ella les iba ayudar”, recuerda.
Nelly fue trabajadora social en la Fiscalía del sur de Guayaquil por más de cinco años. Sus compañeros de trabajo la recuerdan como una de las trabajadoras sociales más comprometidas. Al día recibía entre 6 y 10 casos nuevos. Cuando volvió a trabajar presencialmente, en septiembre del 2020, regresó a los barrios a buscar a las víctimas.
Su trabajo consistía en entrevistarlas, ver su vivienda, el barrio e identificar el riesgo que corrían tras las agresiones. Luego, escribía un informe que debía entregar a un juez para que les dieran protección.
Su exjefa Diosa Emperador dice que Nelly entraba a esos sitios escoltada por dos policías porque eran muy peligrosos. También la acompañaba una amiga psicóloga. Su nombre era Mariola Guzmán. Juntas iban a sectores como Socio Vivienda, los Guasmos, Esteros, Isla Trinitaria y Juan Montalvo.
Mariola también falleció de covid-19. Su muerte se registró tres días después de la de Nelly.
El fallecimiento de las dos profesionales impresionó a la exfiscal provincial del Guayas, Patricia Morejón. Ella recuerda con cariño a sus dos excolaboradoras y dice que en el 2017 les entregó un reconocimiento por su dedicación pese a la fuerte carga laboral que tenían.
Nelly Villamar en su oficina de la Fiscalía. Foto: Cortesía
En la casa de Nelly está esa placa. Su madre, quien también se llama Nelly Vásquez, la mantiene como recuerdo.
Ella también conoció a la compañera de su hija. Por eso cree que las dos se contagiaron durante el trabajo. La Fiscalía tampoco lo descarta. De hecho, la entidad ha señalado que en el trascurso de la pandemia, se han registrado “un total de 697 servidores contagiados y 10 han fallecidos a escala nacional, en el cumplimiento de sus funciones”.
La madre de Nelly recuerda que su hija se quedaba hasta las 02:00 madrugada revisando los expedientes de las mujeres agredidas. “Siempre quiso ayudar a la gente. Recuerdo que hace 20 años no era muy conocida la carrera de trabajadora social. Ella se decidió y se graduó con honores. Murió haciendo lo que más le gustaba”.
La mujer de 65 años llora al recordar la voz de su hija. Un mes antes le invitó a la playa. No pudo ir. Hoy se arrepiente, pero dice que cuando regresó la abrazó. Una semana antes todos almorzaron en su casa. Era el cumpleaños de uno de sus nietos. “A Nelly le encantaba cocinar. El ceviche de camarón era uno de sus platos preferidos”, cuenta su hermana Jessica.
Desde su muerte, todo ha cambiado en la casa de la familia Villamar. El esposo de Nelly va cada mañana donde sus suegros. Ellos le ayudan a cuidar a sus niñas mientras él trabaja.
Las pequeñas preguntan constantemente por su madre. La sueñan y lloran. Toda la familia las consiente y les cuentan la gran labor que Nelly hacía con las mujeres vulnerables.