Familiares de los jóvenes que desaparecieron en el río Babahoyo buscaron junto a los rescatistas, a los muchachos en lanchas. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO
El aguacero le impidió prender una vela. Ángela Mieles subió a uno de los botes inflables de la Dirección de Gestión de Riesgos del Municipio de Durán para navegar por el río Babahoyo en busca de Pedro Alvarado, su hijo.
El joven de 17 años salió a las 08:00 del domingo de su casa, en el cantón Durán (Guayas). “A las 13:15 me llamaron para decirme que se había ahogado”, contó la madre mientras sostenía un mate en sus manos. En el interior del recipiente curvo había una copia de la cédula del adolescente.
Las tareas de búsqueda empezaron este lunes 6 de marzo del 2017. Pero Ángela decidió recurrir a las creencias de su familia para encontrar el cuerpo. “Cuando lo pongas a flotar en el río dile: hijo mío te estoy esperando, regresa pronto”, le decía su mamá antes de que se embarcara.
El malecón de Durán, frente a la cooperativa María Piedad, se llenó de vecinos y amigos de los desaparecidos. No les importó la lluvia con tal de tener noticias.
Junto a Pedro también estaba Ariel Méndez, de 15 años. “Uno se alejó mucho y se hundió. El otro fue para ayudarle, pero ninguno de los dos salió”, contó Manuel Moreno, morador de la zona.
Ocho buzos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) y del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), de la Policía Nacional, colaboran en la búsqueda de inmersión. A ellos se sumaron 12 integrantes del Municipio de Durán, con dos embarcaciones para búsqueda superficial.
Un equipo de buzos se encargó de la búsqueda de dos jóvenes desaparecidos en el río Babahoyo en Guayas, este 6 de marzo del 2017. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO
Gerardo Menoscal, director de Gestión de Riesgos del Cabildo, acompañó a los familiares de los adolescentes en un recorrido cerca de la orilla del caudaloso y turbio Babahoyo. Durante la mañana visitaron al menos cuatro sitios y en todos hallaron a personas bañándose.
“Les advertimos que buscábamos a dos jóvenes que se habrían ahogado. El río Babahoyo ni el Guayas son balnearios. Hay árboles, redes, ramas sumergidas; hay pilotes, estacas, resaca y remolinos. Todo esto agrava la situación”, dijo Menoscal.
No es la primera vez que ocurren estos accidentes. El 9 de noviembre del 2016, otro joven de 16 años se ahogó en el sector Peñón del Río mientras practicaba para una competencia de natación junto a compañeros de colegio.
Un poco antes, en enero del 2015, un pescador artesanal fue arrastrado por la corriente. Su cuerpo fue hallado un día después, en una orilla distante de la que usualmente zarpaba con su bote.
“Hemos tomado medidas desde hace dos años y medio como Municipio. Se ha hecho campañas, se ha instalado señalética, hemos conversado con la gente cuando están accediendo al río.
Pero muchos, enojados, nos dicen que han nacido acá y que es una tradición. Ellos no comprenden que lo que no pasa en años puede pasar en solo minutos”, comentó Menoscal.
La lluvia era intensa cerca de las 17:00 de este lunes. Pero a los compañeros de los colegiales no les importó mojarse. Incluso un grupo de pescadores se sumó al operativo con sus pangas.
A lo lejos vieron a los familiares de sus amigos intentar poner a flote los mates iluminados, aunque tuvieron que regresar porque todo se nubló alrededor. Según la tradición, el mate empieza a dar vueltas en el sitio donde se encuentran los cuerpos.