Nada justifica la violencia, ni siquiera las acciones extremas y delincuenciales de una persona. Nada justifica el trato que recibió Leonidas Iza en el programa televisado el domingo anterior, como estreno de La Posta en un medio nacional. Sin duda se trató de un hecho bochornoso, de mal gusto y grotesco, pero tampoco llegó a los extremos de los que se habló en las redes sociales. No hubo allí, en mi opinión, injurias calumniosas ni un ataque racista, aunque si resultó vergonzoso y sorpresivo para quienes vimos el programa.
El señor Iza, por supuesto, tiene el derecho de iniciar acciones legales contra La Posta y sus periodistas por lo que sucedió aquel día, aunque no creo que tenga ningún sustento jurídico para hacerlo por las razones antes expuestas.
Los periodistas involucrados pidieron disculpas y aceptaron su error, algo que se debe resaltar en estos casos. Admitir nuestras equivocaciones y excusarnos por ellas es síntoma de humildad y también de fortaleza, y, sin duda, es parte esencial del aprendizaje diario de los seres humanos.
El señor Iza, director de orquesta de los hechos vandálicos de octubre de 2019, investigado como autor, cómplice o encubridor de varios de los graves delitos que allí se cometieron, no solo que no ha pedido perdón, sino que, hasta ahora, tampoco ha sido llamado a juicio dentro del proceso que se inició en su contra. Esa misma justicia a la que él quizás acuda por el incidente con La Posta, esperemos que responda luego de tanto tiempo y lo juzgue y, de ser el caso lo sancione por sus actos con imparcialidad y con total apego a las normas jurídicas. Los dos temas son absolutamente distintos, pero, al final, ambos estarán en manos de un sistema judicial que aún se mueve de forma elefantiásica y que no logra liberarse del tumor canceroso de la corrupción en que quedó tras la década correísta.
Resulta claro que la violencia y la división que se generó en el país durante esa década nefasta, está muy lejos de desaparecer. Estos días, a raíz del incidente referido en el programa de La Posta, hemos visto todo tipo de ataques irracionales contra los periodistas de ese medio, y también contra Leonidas Iza de forma personal. No se comprende el verdadero significado, el vínculo estrecho y las implicaciones de las que gozan derechos como la honra y la libertad de expresión.
Se ataca de forma indiscriminada a la persona, a sus orígenes, a sus rasgos físicos o ideología, y, por otra parte, se pretende silenciar a los demás cuando dicen algo que no nos gusta o con lo que no estamos de acuerdo. No entendemos nada sobre la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos.
Si queremos cambiar de verdad esta sociedad que vivió una época brutal de violencia gubernamental, y que aún sufre sus coletazos, debemos aprender a respetar a los demás, a respetar sus ideas aunque no las compartamos, y a dejar que quien juzgue nuestros actos, algún día, sea una justicia imparcial, confiable e independiente.