Las imágenes reflejan el día a día de las comunidades que participan en los talleres y capacitaciones. Foto: Cortesía Megan Westervelt y Yeti Byron Ahuacaiga.
Las cámaras fotográficas se han convertido en un instrumento empleado por las comunidades waoranis para luchar por la conservación de sus tierras y compartir su cultura. A través de las imágenes, estas personas buscan transmitir su visión del mundo, sus tradiciones y su historia.
Desde hace cuatro años, Megan Westervelt se puso como meta lograr que los miembros de las comunidades alcancen este objetivo. Esta fotoperiodista estadounidense ofrece talleres, junto con biólogos, para que las personas puedan utilizar la fotografía comunitaria y el conocimiento científico para el bienestar de la zona.
“Intento capacitarles para atraer más visitantes y poder mejorar la economía comunitaria poco a poco”, dice Westervelt, quien actualmente trabaja con los waorani de Guiyero, Ganketapare, y Timpoka, en el norte del Parque Nacional Yasuní.
La motivación para emprender este proyecto surgió en febrero del 2013, cuando leyó un artículo en la revista National Geographic llamado Bosque lluvioso en venta. En este reportaje, recuerda, se mostraban fotos del Yasuní y se alertaba sobre los impactos que esta zona sufriría, tras el fracaso de la iniciativa Yasuní-ITT.
Su objetivo era documentar todo lo que pensaba que podría desaparecer. Pero cuando empezó a trabajar en el Yasuní y vio de cerca la expresión de los mayores al tomar su primera fotografía, su idea se modificó. “Me di cuenta que para conservar la selva, es más potente si el mensaje viene de la gente que vive dentro y no de una fotógrafa extranjera”, dice.
Después de algunos proyectos, inició con las capacitaciones y, finalmente, junto con tres colegas y más de 50 fotógrafos indígenas de seis comunidades, armaron la exposición ‘Wao Mimo: Yasuní bajo el lente waorani’. Esta muestra, que incluyó alrededor de 300 imágenes, se expuso durante cuatro ocasiones en Ecuador y Estados Unidos.
Desde entonces, les prometió que volvería cada año para seguir colaborado en temas como la identidad cultural, conservación ambiental, y los procesos para contar sus historias a través de la fotografía.
La idea es que con estos trabajos se pueda atraer a un turismo sustentable a la zona, para que se convierta en una opción económica frente a las actividades extractivas y a la venta ilegal de carne de monte. Más allá de los temas económicos, para Westervelt, el aporte principal de esta iniciativa ha sido lograr que las personas se junten por el bienestar de la comunidad y de la selva.
Han aprendido cómo documentar sus vidas y a usar a la fotografía como una herramienta para reflexionar sobre sus costumbres y los constantes cambios que están viviendo con la introducción de la tecnología en su día a día.