
Durante la pandemia, la rapidez de las conexiones fijas y móviles creció en tres megas aproximadamente.
La velocidad de Internet es un reto al que se enfrenta Ecuador

Durante la pandemia, la velocidad de Internet en el Ecuador ha crecido ligeramente, según los reportes del Speedtest Global Index, de Ookla.
En marzo, la velocidad promedio de descarga en conexiones móviles fue de 19, 97 Mbps, mientras que en fijas era de 23,03 Mbps. En agosto, estas subieron a 22,31 y 26,83, respectivamente. A pesar de ello, el país se mantiene en los puestos 90 de conexión móvil y 103 de fija del ranking mundial.
Los acuerdos internacionales con empresas como Facebook y Google, la operatividad de nuevos cables submarinos y el despliegue de redes avanzadas de telecomunicaciones terrestres o satelitales han influido para que la velocidad de Internet crezca en el Ecuador.
Roberto Falconí, de PuntoNet, dice que hace 20 años se accedía a velocidades de 2 400 bps (bits por segundo). La conexión era vía módems que se enlazaban a la línea telefónica. Con eso alcanzaba para, básicamente, transmitir texto.
Xavier Moreano, de Netlife, apunta que hay que tomar en cuenta que la velocidad de Internet siempre está atada al precio. En 2010, ofrecían 1 Mbps de velocidad por USD 35. Hoy se pueden adquirir planes 60 veces más rápidos a un precio similar.
Las mejoras de velocidad tienen dos motivos. El uno es que, para llegar a ciertas plataformas, ya no hace falta tener acceso internacional. Los acuerdos con los mayores proveedores de contenido como Netflix, Facebook y Google hacen que estos migren su información a servidores locales.
Otro punto importante es que al aumentar la cantidad de usuarios locales, se puede llegar a acuerdos con proveedores internacionales de Internet y mejorar la velocidad por volumen de acceso. De hecho, los hogares con Internet en Ecuador pasaron de 500 000 en 2010 a 2 150 000 en 2020.
Cada año hay más contratos de usuarios que buscan mayor ancho de banda. La tecnología que mejor soporta este crecimiento es la fibra óptica.
La mejora de la velocidad de Internet ocurre especialmente en la denominada última milla de conexión. Hace dos décadas, se hacía en el país a través de las líneas telefónicas que tenían un límite de transmisión de 56 mil bps.
Esta tecnología fue optimizada por las conexiones XDSL (líneas de suscriptor digital, por sus siglas en inglés), que alcanzan hasta 900 mil bps.
Por otro lado, desde hace 10 años las líneas telefónicas de cobre pueden llegar a una velocidad de cinco millones de bps (cinco megas). Las operadoras de televisión por cable proveen Internet de 20 megas de velocidad en promedio, también a través de líneas de cobre. Los proveedores de redes inalámbricas alcanzan hasta los 30 Mbps. Y la fibra óptica puede ofrecer velocidades de Internet de hasta de 1 giga por segundo (mil megas).
Los planes de Internet por fibra óptica que más se comercializan en el país son los dedicados a usuarios en los hogares, que requieren entre 10 y 30 Mbps. Sin embargo, en Ecuador quienes acceden a conexiones de fibra óptica son apenas el 30% del total de usuarios de Internet.
Según el informe Speedtest Global Index, el país con mayor velocidad de Internet fijo es Singapur, donde promedia 208,16 Mbps para descarga. En Latinoamérica el mejor ubicado es Chile, que ocupa el puesto 27 a escala global.
Para Moreano la situación no es tan grave si nos comparamos con el resto del continente. En efecto, si se toma en cuenta que la gama baja de usuarios de Internet -aquellos que usan hasta 30 Mbps de velocidad- son la mayoría, y si se considera la velocidad versus el precio de los planes, el Ecuador se encuentra en el top 10 en el continente.
Falconí sostiene que el problema de la velocidad de Internet está en que las nuevas redes de fibra óptica son básicamente dedicadas al área urbana. La inversión requerida es grande y solo se recupera cuando muchos clientes utilizan una misma red.
La instalación de fibra óptica para cada usuario cuesta alrededor de USD 300. Los planes más vendidos son de USD 20 o 30 mensuales, por lo que solo en las ciudades grandes se puede recuperar la inversión y, por ende, mejorar sus niveles de conectividad.