Así lucía en 1966 la intersección de las avenidas 10 de Agosto y Orellana, en la entonces tranquila Quito. Foto: Archivo EL COMERCIO
¿Cómo se vacacionaba en el siglo pasado? La costumbre era ir casi todo el período vacacional en compañía de la familia a la propiedad cercana de algún pariente o a la playa. Aquí, seis personajes cuentan sus anécdotas sobre las vacaciones que los marcaron.
Vacaciones y montañas
Asdrúbal de la Torre
Caricaturista y médico
Cuando cumplí 90 años, hace poco, recordé mis vacaciones de la juventud y dije “gracias” a las montañas amigas y a mis buenos amigos, así como al profesor de educación física Osvaldo Morán.
Osvaldo nos invitó un día: “Jóvenes, formemos un grupo de andinistas. Yo estoy dispuesto a entrenarles”. Sin otras herramientas que la buena voluntad y la amistad.
Osvaldo nos explicó que nos entrenaríamos en la época de vacaciones. Así lo hicimos. Nos fuimos reuniendo los amigos del barrio Ciudadela Jardín. El primer ensayo andinista fue subir al monte adjunto, el Pichincha. El entrenador Morán nos dio una pequeña pero interesante clase de historia, contándonos de la batalla de 1822 contra los españoles.
Los primeros ascensos fueron suaves, de entrenamiento, observando a un Quito de 250 000 habitantes, no más.
Pero un día llegamos a la cumbre y dormimos en el volcán, como lo hizo una noche el gran tirano Gabriel García Moreno.
Subimos también un día al gran nevado Cotopaxi y llegamos al cráter del volcán. Luego al Cayambe, al Tungurahua, al Chimborazo pero sin llegar a la cumbre.
Emocionante y fuente de salud. Varios, entre ellos Eduardo Granja Moscoso y yo, cumplimos ya 90 años. La fórmula: no fumar, no beber más de una copita en las fiestas… y subir a las montañas en la juventud.
Vacaciones en Nueva York
María Elena Lalama de Vela
Empresaria
Nacida en la bella Ambato, mis vacaciones en la juventud fueron en un balneario que ofrece piscinas de agua que se calienta en el fondo del volcán Tungurahua. Me refiero, claro, a Baños.
Los habitantes de Baños contaban que el primer hotel, pequeño pero significativo, fue instalado por un judío europeo que llegó al Ecuador huyendo de los nazis. Era de apellido Deler y más tarde instaló un hotel en Quito, creo que el Colón.
Yo también me instalé en Quito para realizar mis estudios en el Colegio de los Sagrados Corazones y luego trabajé en Air France. Me casé con Antonio Vela y en 1970 tuvimos la oportunidad de pasar unas vacaciones muy lindas nada menos que en Nueva York, gracias a una invitación de la empresa de aviación Lan Chile.
Viaje interesante y vacaciones inolvidables. También un susto, porque cinco días no hubo cupo en los Boeing 727 de Lan Chile, más pequeños que grandes. Durante esas vacaciones tan gratas me vino a la mente la idea de instalar en Ambato una agencia de viajes. Una ilusión que se hizo realidad hace 17 años.
Vacaciones vocacionales
José Luis Castillo
Periodista taurino
Cuando era joven recibí una invitación para pasar las vacaciones en una hacienda del valle de Los Chillos, llamada Pasochoa 2. Fueron 15 días muy simpáticos que culminaron con una corrida de toros, más bien dicho de novillos. Yo era muy joven y muy taurino y había tenido algún entrenamiento con cuernos artificiales y un novillo en otra hacienda, de la familia Navarro, en la Mitad del Mundo.
El año siguiente, mi padre, José Luis Castillo, y yo fuimos invitados nuevamente a la hacienda Pasochoa 2 y se realizó otra novillada. Yo, aficionado a los toros, hice una serie de pases y fui aplaudido. Pasados unos minutos me llamó mi padre y me dijo muy serio: “Te prohíbo. Nunca más frente a un novillo o un toro”. ¿Por qué? Porque eres hijo único y no puedes arriesgarte. Acepté a medias la prohibición. Me convertí en periodista taurino.
Vacaciones tristes
Carlos Bertero Pachano
Empresario
Mi hermosa madre, Teresita Pachano, nos contó, uno a uno, a sus cuatro hijos Bertero Pachano una historia triste.
Un día salió de Quito, en plan de vacaciones, rumbo a Ambato, con sus primeros cuatro hijos -dos hombres y dos mujeres- y el bus en el que viajaban se volcó aparatosamente, en la bajada del Chasqui.
Fue algo terrible. Murieron los cuatro hijos y mi madre estuvo a punto de enloquecer. Pero, animada por mi padre, Lino Bertero, reaccionó poco a poco y los dos recibieron con emoción a un hijo. Le pusieron Carlos -Carlos Bertero Pachano- y soy yo. Pero el destino y la suerte quisieron que vinieran al mundo tres más -Juan, Lino y Fernando- y ahora somos -nuevamente- cuatro Bertero Pachano que amamos mucho a nuestros padres mientras vivieron. Por cierto, los cuatro hermanos de la segunda hornada nos llevamos muy bien y nos reunimos con cierta frecuencia, rememorando a veces nuestra historia entre amarga y grata.
Vacaciones con novio
María Fernanda Capello
Odontóloga
Mis padres, cuencanos, nos llevaron a sus hijos durante nueve vacaciones a la playa manaba de Crucita, en Manabí, desde que tuve 7 años. Siempre fuimos con gusto, hasta que tuve 17 años y ya no quise irme. Tenía mi primer novio y no me hacía gracia no verle un mes. Mis padres solucionaron el problema llevando también al joven Juan Carlos Izquierdo. Los novios pedimos a mi padre su carro Austin y fuimos a dar una vuelta por las ciudades de la grata tierra manaba. Al retornar y ya aproximándonos a Crucita tuvimos un problema cuando el motor del carro se fundió. Inolvidables vacaciones.
Vacaciones en moto
Mauricio Verdesoto
Gerente
Al cumplir 20 años -hace 26- tuve el gusto de cumplir una minihazaña cuando, con un amigo, realizamos un viaje de vacaciones en motocicleta Manta-Bahía de Caráquez. No puedo mencionar la marca de los vehículos pero sí que uno era barato y el otro de mediano precio, y que los dos teníamos una limitada experiencia. Pasamos más de un susto al encontrarnos con buses y autos.
Llegamos a la hermosa Bahía y nos agradó mucho por sus casas, calles, playas y, de manera especial, por su gente. Nos contaron que el presidente Sixto Durán Ballén había sido un admirador de esa ciudad.
Ese viaje lo recordé hace poco cuando tuve otro viaje de vacaciones, pero muy diferente. Fue desde Quito hasta Cali, con varios amigos y en motos Harley Davidson. Esta historieta se llama progreso vacacional.