Meteorólogos rusos alertaron sobre el riesgo de accidentes por fallos en dispositivos electrónicos y por molestias físicas en personas sensibles a estos fenómenos. Foto: captura/ NASA.gov.
Se espera que los efectos de la tormenta magnética, que desde las primeras horas del viernes 13 de octubre del 2017 afecta a buena parte de la Tierra, se sientan hasta el próximo domingo 15, según las proyecciones del centro meteorológico ruso Fobos. Las alteraciones en el campo magnético son el resultado del viento solar que está llegando al planeta.
La tormenta es de una magnitud 4 en una escala que va de 1 a 10. El astrónomo ruso Serguéi Popov explicó que este fenómeno no es extraño en la historia terrestre, ya que se producían eventos similares “incluso cuando aún se desconocía la actividad solar y el campo geomagnético”.
Los expertos indicaron que puede causar una variada gama de inconvenientes. Entre otras cosas, mencionaron la posibilidad de fallos en dispositivos electrónicos, que a su vez pueden significar un aumento del riesgo de accidentes, ya que pueden verse comprometidos equipos de navegación y telecomunicaciones.
Por otro lado, las personas sensibles a cambios bruscos en el ambiente podrían sufrir molestias físicas. Los síntomas van desde dolores de cabeza hasta nerviosismo, irritabilidad, agotamiento o ansiedad.
Otro efecto que podría causar el fenómeno, es que se generarían complicaciones en las comunicaciones de aviones en vuelo con la torre de control, o en los sistemas de localización, como los GPS, que eventualmente dejarían de funcionar u ofrecerían datos incorrectos. Incluso, las brújulas podrían sentirlo. También podría producir auroras boreales, de acuerdo con diario Clarín, de Argentina.
De todas maneras, hay que esperar el correr del tiempo para ver cuáles son los efectos concretos. En este sentido, Popov recalcó que “resulta imposible predecir con exactitud la manera en que esa tormenta nos puede afectar”.
Ésta no es la primera alteración en el campo magnético terrestre registrada este año. La última se registró el pasado 6 de septiembre, cuando llegaron partículas de plasma solar que escaparon de la gravedad del Sol.