Textos escolares deben tener certificación para circular en planteles privados de Ecuador

En Santillana entregan los libros para colegios como el Intisana y La Inmaculada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

En Santillana entregan los libros para colegios como el Intisana y La Inmaculada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Padres de familia compran sus listas en la librería LNS, de la editorial Don Bosco. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Vanesa Molina compró casi todos los libros para su hijo, que empezó tercero de bachillerato, en un plantel privado de Quito. En la última semana de agosto y lo que va de este mes, los puntos de venta de editoriales reciben a padres como ella.

La mayoría de textos que le pidieron al estudiante son de la editorial Santillana. En siete, la madre gastó USD 230. Le faltan dos, uno de inglés, de otra casa, que supera los 100. Así ya sumó 330, sin contar con el material de papelería. Esto pese a que por Acuerdo Ministerial, útiles y uniformes no debieran costar más de un salario básico unificado vigente (USD 394).

La Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, integrada por unas 10 casas con presencia en los planteles particulares, calcula que Santillana llega a más de la mitad de centros. Pero, según la editora, están solo en el 25% de ellos.

Alumnos de colegios de Quito como el de América, La Providencia, Johannes Kepler y La Inmaculada usan Santillana.

Jacqueline Ponce, rectora del Kepler, señala que trabajan con ellos desde el 2000. Los textos que usan son, especialmente, los de las cuatro áreas básicas (lenguaje, matemáticas, ciencias naturales y sociales).

En Santillana entregan los libros para colegios como el Intisana y La Inmaculada. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Además de este sello, en los planteles particulares se utilizan los libros de editoriales como Don Bosco, Prolipa, Edinun, Maya Ediciones, SM y Ediciones Holguín, principalmente. Y otras como Educatemas y Didáctica tienen menor presencia, detalla Patricio Bustos, vicepresidente de la Asociación de Editores.
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En contexto
El 27 de agosto, el presidente Moreno anunció en cadena nacional que las pensiones en colegios privados deben mantenerse en el mismo valor que el ciclo pasado. Además, dispuso controlar que no se especule con los precios de útiles escolares.
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Bustos señaló que las primeras casas nacionales no tienen una participación muy fuerte en las cuatro áreas básicas. Pero tienen una mayor presencia en las complementarias.

Lo ratifica Vicente Velásquez, gerente de Edinun. Esta editora nacional dota de libros a cerca del 10% de colegios privados, unos 1 200. Sus libros de áreas complementarias como dibujo, música, computación, inglés y literatura infantil y juvenil, dice, son los más pedidos en los colegios particulares.

Los precios de los libros de esta editorial -asegura la rectora del Colegio Mena del Hierro, Flor Rubio- están al alcance de los padres de familia. Su pensión es de USD 105, hasta décimo, y USD 112 en bachillerato.

En promedio, los libros de áreas básicas de Edinun cuestan USD 24; los de las complementarias, 9; y los de literatura infantil bordean los 6,90.

La rectora comenta que desde hace seis años se mantienen con esa casa editorial por ciertos beneficios como 40 horas de capacitación gratuita al año para los docentes; los descuentos a padres de familia y algo de ayuda en infraestructura. Además -detalla- han hecho observaciones al contenido de los libros, que Edinun ha acogido.

Prolipa dota de libros al 8% de colegios privados. Una institución les pide dos o tres, señala su gerente editorial, José Luis Calderón. Sus libros cuestan USD 17 y una lista, unos 50.

Don Bosco hace una campaña en Sierra y otra en Costa, en enero y octubre, respectivamente, para acercarse a colegios. Luego de la entrega de textos, esperan la revisión y tras varias reuniones, la decisión la toma el plantel, cuenta Paúl Córdova, jefe editorial.

Bustos, de la Asociación, dice que la normativa nacional garantiza la igualdad en la calidad de libros, ya que todos obtienen una certificación de 100 sobre 100 puntos, para circular.

En el Acuerdo Ministerial para regular estos textos consta que la revisión que realiza el Ministerio de Educación, antes de emitir la certificación curricular, se enmarca en un análisis que garantiza el apego a la malla. Se precautela -dice el documento, del 10 de julio del 2019- que no existan contenidos discriminatorios ni se induzca a violencia o a posiciones ideológicas.

En el artículo 13 del Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) se establece la obligatoriedad de la certificación para todos los libros de educación ordinaria y extraordinaria en básica y bachillerato.

Así que, según los consultados, todos tienen iguales oportunidades para circular. Ruth Intriago fue parte del equipo del Ministerio que elaboró el currículo. Asegura que sí se regula la calidad de los libros, pero no los precios. Por eso cada editorial usa diferentes estrategias para llegar al mercado.

Así, Santillana, por ejemplo, dice que 300 planteles del país se quedan con ellos desde primaria hasta bachillerato. Soledad Jarrín, directora editorial, asegura que no realizan acuerdos de más de un ciclo escolar con los colegios.

Pero les ofrecen proyectos educativos en los textos, que contemplan los tres años de un subnivel, es decir incluyen una planificación secuencial.

Esto -explica- trae contenidos organizados. “Al cambiar de editorial en el mismo subnivel se rompe la secuencia y no se garantiza una evaluación justa para el estudiante”.

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