La mascarilla nuestra de cada día

En la calle Chile, el sector de La Marín, unos usan la mascarillas, otros no. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
No hay forma de que el ser humano tolere la mascarilla. Y si bien se ha convertido en su mejor aliada para prevenir el contagio del coronavirus, también ha sido su mayor incomodidad. Y cuando podemos desprendernos de ella, emitimos un suspiro de alivio: ¡al fin podemos respirar como corresponde!
Pero, a la vez, hubo una resistencia hacia la obligatoriedad de su uso. Los escépticos, los negacionistas y los libertarios están en contra: consideran que es una vulneración a su libertad individual. De hecho, aún queda en la imagen cuando el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, se la sacó arrogantemente, contagiado con covid-19, ante las cámaras, desde el balcón de la Casa Blanca.
Estas imágenes corresponden al uso, mal uso y el no uso de las mascarillas en Quito. Son escenas del día a día y a las que nos hemos debido acostumbrar.