Hay varios tipos de implantes pero todos cuentan con una parte externa que se coloca detrás de la oreja y una interna que se sitúa en la parte del hueso que rodea al oído. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
Las personas con discapacidad auditiva cada vez cuentan con más opciones para que su vida sea más placentera. Desde audífonos hasta operaciones quirúrgicas son algunos de los dispositivos que se suman a las alternativas. Además, todos los 26 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Sordera para recordar que más de 45 millones de personas, mayores de tres años, en todo el mundo padecen de algún tipo de pérdida auditiva.
El implante coclear es una de estas opciones en la actualidad que a través de un dispositivo electrónico permite que la persona pueda escuchar. Hay varios tipos de implantes pero todos cuentan con una parte externa que se coloca detrás de la oreja y una interna que se sitúa en la parte del hueso que rodea al oído.
La parte externa además consta de un micrófono, una antena y un procesador de lenguaje. El dispositivo recibe el mensaje y lo convierte en una señal eléctrica que se envía a la parte interna. Este lo decodifica y envía la señal hacia el cerebro, estimulando el nervio de la audición.
Según la National Institute on Deafness and Other Communication Dissorders (NIDCD) esta es una herramienta que permite procesar el lenguaje pero no es una cura para la sordera y tampoco devuelven la audición normal. En algunos casos las personas aprenden a comunicarse inclusive por teléfono, mientras que otras solamente pueden reconocer sonidos.
El procedimiento se realiza sobre personas que presentan un daño en ambos oídos ya sea niños o adultos. Por esto la Food and Drug Administration (FDA) aprobó que los menores, desde los 12 meses de edad, puedan ser aptos para recibir el implante.
Estudios revelan que quienes reciben este procedimiento acompañado de la terapia hasta antes de los 18 meses, son más propensos a comprender la música, los sonidos y el lenguaje, que quienes recibieron el tratamiento en etapas posteriores.
El candidato a realizarse el implante debe presentar dificultad para escuchar inclusive con los audífonos. Además, debe someterse a exámenes con un otorrinolaringólogo y audiometrías específicas con los audífonos.
En ocasiones se recomienda la evaluación psicológica sobre todo en niños para saber el impacto que puede tener la operación. También es necesario que se acompañe con una terapia de reconocimiento del lenguaje después de que el implante ya esté insertado.
Los principales riesgos de la operación según la NIDCD incluyen problemas de cicatrización de heridas, infecciones o fallas del dispositivo.
La FDA reporta que hasta diciembre del 2012, 324 200 personas en el mundo recibieron este implante con resultados exitosos.