Formación dual para quedarse en las empresas o abrir sus negocios en Ecuador

Brenda Guevara, de 19 años, sigue Mecánica Industrial en el Instituto Superior Central Técnico. Foto: Valeria Heredia y Galo Paguay / EL COMERCIO

La modalidad de estudio de Brenda Guevara, de 19 años, es dinámica. Las primeras ocho semanas del ciclo escolar asiste al instituto para recibir clases. Las ocho restantes acude a una empresa, para poner en práctica los conocimientos adquiridos.

Hace dos años, la joven optó por la carrera de Mecánica Industrial en el Instituto Superior Tecnológico Central Técnico, en Quito. Es uno de los 31 establecimientos técnicos y tecnológicos en el país.

Allí se ofertan los dos tipos de formación. La primera es tradicional, se realizan apenas 240 horas de prácticas preprofesionales, el resto del tiempo están dentro de las aulas. La segunda es dual, las horas de prácticas aumenta a 1 500, seis veces más.

Ella eligió la segunda alternativa que se aplica desde hace más de 20 años en el país, a través de la Cámara Ecuatoriana-Alemana. El modelo tiene el apoyo de universidades, institutos, gremios y empresas.

En el Central Técnico se ofertan seis carreras. De ellas, dos son tradicionales y cuatro tienen esta modalidad y la formación dual. Son Impresión y Offset, Mecánica Industrial, Electricidad y Desarrollo Infantil. En total hay 500 chicos. Ellos son parte de los 7 381 jóvenes que asisten a los 32 centros en el país.

Su rector, José Luis Flores, comenta que este modelo ha ganado terreno, debido a que los jóvenes pueden desarrollarse de manera integral. “El 70% de chicos es contratado luego de sus prácticas en las empresas”.

Por eso se ha esforzado en hacer convenios con firmas públicas y privadas, para que los chicos se vinculen a
ellas. Hasta la fecha han logrado 87.

May Prom es una de ellas. En esta firma practica Brenda, quien cada día se levanta temprano para cumplir con el horario de 09:00 a 17:00 (8 horas). El tiempo es igual al de sus compañeros de trabajo. “No recibo sueldo, pero adquiero experiencia”.

Ella, por ejemplo, aspira a laborar en el negocio familiar y fortalecerlo. “Quiero levantar mi taller para la elaboración de repuestos de carros”.

Jefferson Jima y Michael Paucar, de 25 y 23 años, respectivamente, tienen un sueño similar. Quieren abrir su negocio de impresión offset y competir con las grandes firmas.

Adquieren responsabilidades, como cumplir horarios y hacer bien sus trabajos, dice Francisco Córdova, jefe de Producción de Edinacho -empresa que abrió sus puertas a seis jóvenes-.

¿Qué pasó durante la pandemia? La emergencia no detuvo la formación dual. Más bien, la Cámara de Industrias, Producción y Empleo (Cipem) aprovechó para gestionar y abrir dos nuevas carreras con la Universidad del Azuay (UDA) en Ventas y en Logística; empezarán el próximo mes.

En el confinamiento total, algunos estudiantes pararon sus prácticas, pero tras la liberación de las restricciones regresaron, explica Andrés Robalino, director ejecutivo del Cipem. “El impacto fue menor”.

En la actualidad, 12 carreras que ofertan seis institutos y universidades están dentro de la formación dual. Además, 90 firmas de Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta; y unos 70 estudiantes son parte de este modelo.

Henry Méndez se graduó hace dos años bajo este modelo. Estudió Procesamiento Industrial de Alimentos en la UDA y practicó en La Italiana.

Las entidades no solo apoyan abriendo las puertas para las prácticas, sino que pagan un tercio de la colegiatura por la certificación alemana de la carrera. “Las empresas pagan para formar nuevo personal y que se unan a los procesos”, dice Robalino.

Con eso las empresas apuestan por mejorar la productividad y la competitividad, y los resultados han sido cuantificados. Según la plataforma de la Cipem, contratar a un trabajador dual representa entre tres y cuatro veces más de productividad.

De cada 100 graduados, 93 son contratados en las empresas donde hicieron sus prácticas. “El 7% de desem­pleo ocurre porque los estudiantes decidieron no seguir trabajando, poner su emprendimiento o migrar”.

En las carreras universitarias, el porcentaje de desempleo es más amplio. Según las cifras del INEC, 62 de cada 100 graduados no tienen trabajo.

Para Miriam Briones, directora de Educación Continua de la UDA, esta formación es “una oportunidad de aprender haciendo”.

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