75 años de Batman un héroe
GDA / Enrique Pesantes / EL COMERCIO / ECUADOR
Batman, el encapuchado sin superpoderes de DC Cómics, el personaje que se impuso a sí mismo el pacifista código de ‘no matar’, celebra este mes su septuagésimo quinto aniversario. Su inaugural aparición fue el 1 de mayo de 1939, en la historia titulada ‘El caso del sindicato química’, en la revista Detective Cómics, N. 27.
Para contribuir a las celebraciones que a escala mundial se preparan, el Comic Club de Guayaquil organizará –del 29 al 31 de mayo en la Universidad Católica de Guayaquil– una convención que incluirá charlas, exposiciones y proyecciones sobre este superhéroe de estética gótica.
Este Diario –sumado al mismo fin- le pidió a Mauricio Gil, John Alvarado, Andrés González, Carlos Mendoza, José Carriel y Valeria Galarza –parte de la cantera de la Escuela del Cómic del Comic Club de Guayaquil– que imaginen cómo sería un Batman ecuatoriano. El siguiente, es un relato armado deliberadamente en base a sus conjeturas.
Si Batman fuese ecuatoriano
Batman tendría piel de iguana. Bruce Wayne –su alter ego- no se llamaría así, sino Bruno Guamán. El inicio de la historia sería, más o menos, así: Bruno caminando por el ‘Parque de las Iguanas’ de Guayaquil, donde conviven cientos de estos reptiles de papada prominente. De repente, tropieza en uno de esos baches descuidados del parque y caería en un fondo lúgubre repleto de iguanas. Lo atacarían a punta de ‘colazos’.
Ese sería su trauma: padecería, en adelante, de iguano-fobia.
Y para afrontarlo, confeccionaría un traje escamoso y verdoso, con espinas que corran por toda su espalda, con una cola alargada, como un látigo, y una cresta carrasposa.
Batman no se movilizaría en un Batimóvil sofisticado, sino en una moto de segunda mano (pero bien ‘tuneada’): el transporte ideal para sortear el espeso tráfico de las urbes ecuatorianas. La gasolina sería subsidiada por el Estado. En Quito, se infiltraría por el carril de la Ecovía; en Guayaquil por el de la Metrovía. Los vigilantes de tránsito no le dirían nada. Ni siquiera le pedirían coimas. “Ve, ahí va Batman!”, cuchichearían entre ellos.
Los padres ecuatorianos de Bruno Guamán también morirían en Ecuador. Y muy a la ‘ecuatoriana’: atropellados por un trailer en una carretera sin iluminación (el conductor se daría a la fuga). O caería en un precipicio en calidad de pasajeros de un bus interprovincial manejado por un chofer trasnochado. Sería, por supuesto, en cualquiera de los casos, un crimen que la justicia no resolvería.
A Batman le darían un uso político. Sería tentado por un partido que aspiraría a la presidencia. Y aceptaría la propuesta. Su lema en campaña sería “No a la violencia”. Formaría parte de publicidades de empresas de telefonía móvil y desodorantes. Los reporteros de farándula lo perseguirían con la insistencia de una sombra.
Viviría en Samborondón, el holgado sector guayaquileño. Sería un multimillonario bananero. Sus villanos no serían el Joker o Riddler sino “Maduro con queso” o “Care-pollo”. ¿Qué combatiría Batman en Ecuador? La corrupción política, el sicariato, la mala educación ciudadana, el secuestro exprés, la violencia en los estadios deportivos, la agresividad en las vías… Tendría en el país un gigantesco manantial de males necesarios de batallar.