El escritor argentino falleció a los 75 años de edad. Foto: Captura
Este viernes 6 de enero de 2017, el autor de la obra ‘Respiración artificial’ Ricardo Piglia falleció a los 75 años, tras varios años luchando contra una Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
Ante la coyuntura, rememoramos una entrevista que el artista brindó a El COMERCIO en el 2008. En ese año, el escritor argentino reflexionó sobre La Feria Internacional de Libro de Buenos Aires y sus fascinaciones como lector.
¿Cuál es el espacio del lector?
Me interesa el tema individual del lector. La lectura es personal, es una experiencia íntima. Me parece pertinente discutir sobre el lector en un plano personal, que nos saque del debate melancólico de si hay más o menos lectores.
¿Y el espacio?
Los hay tradicionales, como la biblioteca... o la isla desierta (se ríe). Los medios preguntan a los escritores qué libro llevarían a una isla desierta. Es una metáfora de lo que piensan de la lectura: algo que uno haría si es un náufrago. Pero el espacio del lector es algo que se puede discutir: la cama, la silla, el bar, el tren, los colectivos.
¿Qué lugar prefiere?
Soy un lector nómada, sin lugar específico. Leo mucho en los bares, pero me parece que el espacio del lector es el libro mismo, en donde se construye una relación de intimidad.
¿Qué tiene de particular la Feria de Buenos Aires?
Esta es una ciudad constituida por la literatura, por el tango, por las palabras, por lo que dijeron de ella Jorge Luis Borges y Roberto Arlt. La Feria abre una serie de mesas redondas y discusiones que no son de editores y agentes, sino de escritores y lectores. La idea de la gente circulando entre libros es algo que valoramos.
Esta Feria (la FIL de Buenos Aires del 2008), aunque multitudinaria, no garantiza una buena venta. ¿Cómo explicar esa paradoja?
Me parece importante la sociabilidad que rodea la cultura. La feria rememora la idea de caminar entre los libros. ¿Qué efecto posterior tiene eso? Nunca lo sabremos, pero sí sé que los lectores somos como una sociedad secreta que se encuentra e intercambia libros. Y de esa multitud de jóvenes que van, algunos formarán parte en el futuro de la sociedad secreta.
Uno de los espacios más interesantes de la Feria es el festival de poesía, el género literario que menos se compra pero que más se escibre…
La poesía influye sobre los que leemos y escribimos, es el alma de la literatura, en donde se sostiene. Todos somos deudores de la experiencia de los poetas. Cuando digo todos, hablo de los narradores, los ensayistas. Es en la poesía donde está mejor dicho todo.
¿Cómo influye la tradición en los géneros? Chile genera tanto poeta extraordinario…
Y parecía imposible después de Neruda… Chile me recuerda a Irlanda: cómo puede ser, está toda la literatura de lengua inglesa ahí (Swift, Stocker, Wilde, Shaw, Yeats, Joyce, Beckett, Heaney). Es una cuestión de tradiciones.
¿Hay una tradición argentina?
La de los hijos de inmigrantes: Saer (sirio), Arlt (alemán), Walsh (irlandés), Puig (catalán)…
¿No es muy europea?
Los que pertenecemos al Río de La Plata padecemos de eso. Cortázar era exigido a ser más latinoamericano. La cultura argentina ha creído ser autosuficiente, que tenía un público, una tradición. Eso nos ha puesto un poco al costado de América, pero ha producido seres extraños, como Marechal...