El dibujante ‘Quino’ junto a una escultura de Mafalda, en el 2009. Foto: archivo / AFP
Sentada en la banca de un parque de Mendoza, Argentina, Mafalda recibió ayer, 30 de septiembre del 2020, la visita de decenas de personas que acudieron con un ramo de flores para dar el último adiós a Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como ‘Quino’.
La célebre estatua argentina se convirtió en el escenario donde los fanáticos de ‘Quino’ le rindieron homenaje luego de enterarse de su deceso. El humorista gráfico falleció a los 88 años, según lo confirmó su editor, Daniel Divinsky.
Creada en 1964, Mafalda se convirtió en un personaje principal en la historia gráfica latinoamericana. Sus ingeniosas respuestas frente a un mundo cambiante la perpetuaron como la gran obra de ‘Quino’ a través del tiempo.
Tal fue su impacto en la sociedad de 1960, que el primer libro europeo dedicado a ella, ‘Mafalda la contestataria’, contó con una presentación de Umberto Eco.
Con los años, sus lectores se apropiaron del término ‘quinoterapia’, que dio también nombre a un libro de 1985, como un mecanismo para reírse del mundo, pero sin dejar de lado una mirada crítica.
Para Fabián Patinho, creador de la historieta Ana y Milena, uno de los rasgos distintivos del trabajo de Quino fue su capacidad de ser más accesible y menos hermético que otros dentro de su oficio y, al mismo tiempo, mantener un humor punzante. “Usaba un humor negro que estaba tan bien trabajado que cuando lees sus historietas ni te das cuenta”.
Patinho destaca que en sus historietas siempre hablaba de personajes de a pie, como el oficinista, el empleado de almacén, el estudiante universitario… seres humanos comunes sometidos al sistema. Para él, la creación de Quino abrió puertas para que los niños sean escuchados y también para que la sociedad se dé cuenta de la importancia de que las mujeres puedan reclamar por sus derechos.
Eduardo Villacís, artista y catedrático universitario, cree que la importancia del trabajo de Quino radica en que ayudó a que el cómic se abriera al gran público en Latinoamérica y sea visto como una expresión intelectual, inteligente y reflexiva, que puede ser divertida y a la vez profunda y no solo como algo trivial.
A Villacís siempre le llamó la atención que sus personajes debatieran sobre las injusticias sociales y las paradojas del mundo contemporáneo. “En su obra habló de temas relevantes y cotidianos, como la situación laboral, las relaciones de pareja, la crisis de la educación y los problemas de contaminación del planeta. Sin duda, fue una gran voz reflexiva de nuestro tiempo, cuyo trabajo seguirá resonando en el tiempo”, señala.
La ilustradora Sofía Zapata cree que el legado más importante que deja Quino son las ganas de intentar ser valientes y coherentes en cada acto. Añade que su trazo poco pretencioso, aunque virtuoso, tuvo siempre mucha agudeza, reflexión y humor con sustancia.
“Fue una especie de filósofo visual, que me ayudó a entender la importancia de la coherencia en los actos más pequeños”, señala Zapata. Ella agrega que “después de leer sus libros, me reía sí, pero con lo que realmente me quedaba era con los cuestionamientos que venían detrás de cada lectura”.
‘Todo mafalda’ La edición de Lumen contó con una presentación de Gabriel García Márquez en la que escribió: “los niños son los depositarios de la sabiduría”.
‘Simplemente quino’ El texto se publicó en el 2016. Este recopila material inédito que fue publicado en tiras de prensa, pero que se recopilaron en un solo libro.
‘Quinoterapia’ Este libro está compuesto por trabajos gráficos relacionados con la medicina y los pacientes, pero pensados en darles el humor que les faltaba.