Probar el talento es un ‘atajo’ hacia la fama

Galo Paguay / El comercio

Con altavoz en mano, los miembros de la producción de Ecuavisa pedían a la gente paciencia y orden en la fila. En la pendiente de la calle Tomebamba, en Chimbacalle (sur de Quito), pululaban rostros de variada edad. Bajo el sol de ayer, la gente esperaba que las puertas del Teatro México se abriesen; el motivo: las audiciones para la tercera temporada del programa ‘Ecuador tiene talento’. Una cuarentena de preseleccionados ya había franqueado las puertas del teatro en espera de que el jurado emitiera su veredicto. Pero afuera, retrasado, estaba todavía Marco Ledesma, quien buscaba instrucciones para ingresar e intentar sorprender a los jueces con su arte. Su arte es el baile robótico… combinado con canto. Para la audición preparó una pista con temas de Vico C, músico neoyorquino con quien también lo une la fe cristiana.
Ledesma, quiteño residente en Riobamba, cree que la mano de Dios le dio un empujón en el primer ‘casting’. Ese 28 de enero se sintió “lo máximo” y volvió a sentirse así cuando lo convocaron para su prueba en el teatro capitalino; pero el tema de volverse famoso -dice- le tiene sin cuidado; además “todo depende de la voluntad divina”. Si no gana, seguirá cantando en su iglesia y difundiendo la “palabra” a través de su testimonio de exalcohólico. Y si gana, aprovechará la pantalla para contar su historia de vida, estudiará una carrera para ayudar a su familia… a su sobrino. Las puertas se le abrieron y se fue “con todo”. Tras sus gafas oscuras, se le adivinaba el destello de un anhelo. En la calle, los destellos eran otros, eran los flashes y las fotos que captaban a Jonathan Estrada, de nombre y rostro recientemente famosos. El presentador del ‘reality’ y actor que interpreta a Guamán en ‘El combo amarillo’ salió, tras los retoques del maquillaje, y animó a los presentes, que aumentaron en número y pintaron la calle con los colores del uniforme de la Unidad Educativa Fesvip. Los estudiantes fueron invitados por Ecuavisa; fuera de clase, los jóvenes repartían sonrisas mientras hacían fila. En esa fila estaba Pablo Merchán: guitarra al hombro y facha semiformal. No estuvo en la primera selección pero esperaba que el jurado se diera el chance de enamorarse de su voz. Su percepción del show es el de una oportunidad de fama, “un atajo” en su carrera; mas, si la plataforma no se le abre, ya sacó un préstamo bancario para producir su primer sencillo. La balada pop de su autoría estará lista en tres meses. De pronto, en Chimbacalle, se oyó el grito: “¡Estamos en el Teatro México, para invitar a que vean las audiciones del programa: ‘Ecuador tiene talento!” Estrada estaba grabando un ‘spot’ para el show. Con las manos arriba, el público correspondió a la algarabía mediática del presentador. Pero no todos querían ser parte del público. Entre las más de 300 personas hubo quien acudió con ojo analítico. La choneña Denisse Muñoz llegó a Quito en bus, solo para observar la actitud de los jueces y el comportamiento de los preseleccionados durante la prueba. La pesquisa es parte de la estrategia que se ha planteado, antes de su participación en una futura convocatoria en Guayaquil. Además de esa previsión astuta, la joven veinteañera no duda de su talento; sus amigos le han dicho que canta muy bien. Le entra a todos los ritmos -dice-, pero su fuerte es la balada romántica. Y, si bien no le tiene miedo a las cámaras ni a hacer el ridículo, lo que le causaba cierto temor, son las críticas de la jueza Wendy Vera. La fila avanzaba y un apurado joven vestido con camisa de colores aceleraba por la empinada cuesta. Quién sabe... tal vez era otro de esos anónimos talentos que buscan salida y reconocimiento por medio de un ‘atajo’ televisivo.
_En contexto
La tercera temporada del programa de Ecuavisa se transmitirá desde agosto. La primera etapa de audiciones se realizó en enero de este año. Los ganadores de las temporadas anteriores fueron el humorista Luis Castillo y el cantante Fernando Lara, respectivamente.