Una comparsa retrata a la cultura mantense que se asentó en el cerro Jaboncillo, en Picoazá. Foto: Cortesía Ernesto Pin
Cada 12 de octubre los habitantes de la parroquia Picoazá, en Portoviejo, realizan un desfile peculiar en el que evocan a sus ancestros y a los primeros pobladores de esa zona.
Las comparsas son conformadas por personas que visten atuendos tradicionales de épocas antiguas como las faldas que cubren toda la parte inferior del cuerpo.
También lucen sus cuerpos pintados con figuras geométricas y exhiben instrumentos de viento para recordar cómo eran los tiempos de armonía en esas comunidades.
Para los comuneros de Picoazá, ese 12 de octubre significa la reivindicación de la presencia del pueblo Jijibi, una tribu perteneciente a la confederación Manta que fue la primera en arribar a las costas sudamericanas hasta asentarse finalmente en las riberas del Portoviejo, en Manabí.
Esto lo recoge el portal Picoazá Vive que documenta la historia de esa parroquia. El historiador, Ramiro Molina, cuenta que esa travesía fue el complemento de una serie de hechos históricos que tuvieron como epicentro al cerro Jaboncillo, desde donde nace esta parroquia.
En ese cerro de 3 500 hectáreas se creó una megaciudad de la cultura manteña y fue también donde se desarrollaron figuras arquitectónicas y en textilería que hoy se exhiben en los museos de la provincia. Picoazá Vive anota que los antiguos pobladores incluso protagonizaron una anécdota particular durante los primeros años de su llegada.
“Recibimos pacíficamente a los habitantes de la villa de San Gregorio de Puerto Viejo cuando fueron echados por el pueblo Pichota de Rocafuerte”. Y agrega que esa convivencia fue como una hermandad a las orillas del Portoviejo.
El Centro Cívico Ciudad Alfaro trata de desentrañar “cuáles fueron las estrategias de articulación y resistencia ante la presencia de los invasores españoles” en este lugar. Esto a partir de las investigaciones que realiza con evidencias arqueológicas y documentales. La entidad habla de que ahí se pudo desarrollar un proyecto geopolítico y económico de las empresas conquistadoras, y del rol que jugaría la Ciudad de Puerto Viejo.
Hadair Bazurto, habitante de Picoazá, señala que en cada celebración se conocen más detalles de estos hechos históricos. El año pasado, por ejemplo, él supo que una peste de moscas y roedores hizo que los habitantes del cerro Jaboncillo abandonaran el sitio por varios años. Bajaron con todas sus pertenencias sorteando pasos complicados hasta encontrar en la parte baja un lugar adecuado para guarecer de las eventualidades.
Este 12 de octubre Picoazá también celebra 138 años como parroquia eclesiástica. Ese día las comparsas que retratan a los pueblos originarios son acompañadas por las bandas de pueblo y las de paz de las instituciones educativas.
Los 20 000 habitantes de esta parroquia urbana de la capital manabita abren el telón de una serie de festejos que se realizan en ese cantón, que el 18 de octubre cumple 198 años de independencia política.
Para este año, los habitantes de Picoazá organizan un recorrido con cinco carros alegóricos y unas 12 comitivas entre estudiantes y funcionarios.