La mujeres tienen menor resistencia al dolor si disminuyen el estrógeno y la progesterona. Foto: freepik
Una de las funciones del cerebro humano es procesar el dolor, un mecanismo de defensa frente a estímulos dañinos y peligrosos. Aunque se trata de un órgano que comparten hombres y mujeres, hay diferencias a la hora de este procesamiento.
El algólogo Sebastián Campos explica que las sensaciones dolorosas son captadas por nociceptores. Se trata de terminaciones nerviosas que se encuentran en la piel, en las articulaciones y en algunos órganos internos.
Su función es detectar las variaciones físicas, químicas o térmicas que podrían destruir nuestros tejidos. Los estímulos se transmiten al cerebro a través de redes neuronales.
El dolor que una persona experimenta depende de la interpretación que el cerebro haga de esas señales que el cuerpo le envía. Esta se realiza en zonas cerebrales específicas: la corteza prefrontal, el núcleo accumbens y el hipocampo.
El neurólogo Carlos Andrade detalla que, además, la mujer y el hombre presentan diferencias en la estructura a nivel de los distintos componentes de la corteza cerebral. Los hombres poseen una densidad neuronal mayor.
Las mujeres, en cambio, ponen a funcionar más procesos neuronales que el hombre. Esto, a su vez, las expone a mayores estímulos. Una de las consecuencias es que las mujeres son más sensibles al dolor.
Andrade señala que las mujeres tienen una mayor activación de otras áreas cerebrales, como el tálamo y la corteza frontal e ínsula contralaterales, lo que amplifica el ‘dimorfismo’, es decir, la diferenciación reactiva frente al dolor.
Estudios mediante resonancia magnética funcional mostraron, en el 2018, que las respuestas y las activaciones cerebrales eran diferentes en hombres y mujeres.
Pero el dolor no es solo cuestión cerebral, también depende de otros factores: hormonales, inflamatorios, de las partes del cuerpo afectadas, psicológicos, socioculturales, moleculares, entre otros.
Campos dice que, en efecto, hormonas como los estrógenos y la progesterona son agentes protectores ante el dolor. Afirma que, por ejemplo, las mujeres presentan menor resistencia durante la menstruación, o después de la menopausia, cuando esas hormonas disminuyen.
Por otro lado, el hombre resiste mejor los dolores coronarios. Esto se atribuye al estradiol, una hormona de gran poder antiinflamatorio. Se ve también cuando un individuo, al realizar ejercicio, induce inflamación muscular. La persona de sexo masculino muestra, en promedio, una mayor respuesta antiinflamatoria.
Respecto del dolor musculoesquelético, se reportan niveles más severos -con mayor frecuencia y de mayor duración- en las mujeres que en los hombres. Esto se relaciona con la mayor incidencia en mujeres de enfermedades autoinmunes como artritis, lupus y fibromialgias.
Hay aspectos psicológicos y socioculturales que median el dolor. Por ejemplo, los hombres reportan una mayor tolerancia en presencia de una mujer examinadora, sea esta enfermera o médica.
En las mujeres ocurre todo lo contrario, al ser examinadas por hombres, sus umbrales de dolor disminuyen. En cuanto a la administración de analgésicos a los dos sexos, ellas responden mejor a los opioides para el control de dolores postoperatorios.
Por otro lado, expertos de la Universidad de Toronto, en Canadá, experimentaron la respuesta al dolor sorpresivo y esperado. Jeffrey Mogil, uno de los autores del estudio, dijo que fue sorprendente descubrir que los hombres resisten mejor el dolor no esperado.
El estrés de anticipación incrementa su sensibilidad, más que en las mujeres. Estas resisten mejor un dolor que ya pasaron y que saben que se repetirá.
Campos afirma que al avanzar en la edad se acorta la diferencia en el umbral de dolor entre hombres y mujeres. Al identificar esto se pueden realizar procesos de terapia del dolor más efectivos.