Jesús Fichamba falleció este lunes 26 de abril del 2021 a causas del covid-19. Foto: EL COMERCIO
Un sentimiento de tristeza invade a los habitantes de la comunidad de Peguche, en el cantón Otavalo, perteneciente a la provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador. Ahí nació hace 74 años y dos meses Jesús Fichamba Vásquez, uno de los cantantes más queridos del país.
La noticia de su muerte en Guayaquil, la mañana de este 26 de abril del 2021, víctima del covid-19, enmudeció al poblado. En voz baja los vecinos que lo conocieron comentaban cómo se hizo famoso, en 1985, cuando consagró su carrera en la decimocuarta edición de la Televisión Iberoamericana (Festival OTI), en España.
También recordaban que, a los 18 años, Fichamba salió de Peguche, como lo hacen algunos indígenas de Otavalo, para buscar un mejor futuro en otras urbes. Vivió en Quito, Ambato y Guayaquil. El Puerto Principal lo cautivó. Ahí se estableció desde 1969. Estaba casado y tuvo tres hijos.
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El cantante tuvo su primer empleo como tejedor en Quito. Fue en un local que Julián Muenala, un vecino de Peguche, que exhibía sus artesanías en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Pero, el inicio de este artista, que era dueño de una voz privilegiada, fue en un ring de boxeo. Soñó con ganar dinero con sus puños para comprar una casa para sus padres en Peguche.
Jesús era fanático del boxeo. “Soy un púgil frustrado. Hubiera querido ser profesional. Pero, no pude”, comentaba. Sin embargo, en una ocasión fue contratado por empresarios ambateños para una pelea con un boxeador Tsáchila.
Fichamba venció a su rival por nocaut, en el segundo asalto. Siempre recordaba ese capítulo de su vida. Lastimosamente, un accidente de tránsito, que le ocasionó una lesión en su columna, le dejó fuera del pugilato.
Jesús Fichamba (centro), intérprete de la canción ‘Taita Francisco’. Foto: Betty Beltrán/EL COMERCIO
Pero, varios aficionados conocían del gusto de Fichamba por la música, por lo que también en ese mismo cuadrilátero cantó. Ahí germinó su deseo por ser artista.
Su hermano Carlos Alberto, recuerda que Jesús desde niño fue aficionado al canto. Al escucharle corear canciones andinas siempre pensó que llegaría lejos.
Heredó su gusto por la música de su padre José Manuel, que era hábil para tocar la flauta.
En Guayaquil, al artista grabó su primer disco: ‘Fichamba Internacional en 1983’. Lo hizo sin tener un estudio musical. Ese trabajo pasó casi desapercibido. Sin embargo, su segundo disco ‘Soñando’ (1985) le dio fama.
Jesús Fichamba en el Centro Histórico de Quito en el año 2015. Foto: Eduardo Terán / El Comercio
El artista siempre subía al escenario vestido con poncho y alpargatas. Era orgulloso de su raíz kichwa.
Jesús Fichamba, que había adquirido un acento costeño, recordaba que, al interpretar ‘La Niña, La Pinta y la Santa María’ en la OTI, en España, estaba nervioso. “Tomé dos coñacs y salté al escenario como un gallo”, relataba a sus amigos.
Fichamba fue considerado por varios críticos como el mejor de esa gala. Pero, quedó en segundo lugar. Luego de esa actuación recorrió por los cinco continentes llevando la música ecuatoriana.
El empresario Pablo Salame Salto fue clave en la carrera artística del cantor o el Ídolo, como le conocían en Peguche. Fue su representante.
Fichamba, que se peinaba con una larga trenza, le gustaba jugar con diferentes tonalidades en sus canciones.
Jesús Fichamba dedicó canciones en homenaje al papa Francisco. Foto: Eduardo Terán / El Comercio
Hace un par de años, durante una visita a Imbabura, comentaba que tenía nueve letras inéditas que pensaba grabar en un próximo disco. Esperaba hacerlo junto al cantante español Raphael y al chileno Álex Ubiergo.
El salto a España no le dejó mayores frutos. Durante tres años no obtuvo ningún contrato para cantar, pese a su aclamada actuación. El artista estuvo a punto de emplearse en otra actividad.
Sin embargo, en el 2007 fue contratado por el consulado general del Ecuador, en Barcelona para cantar con una orquesta de cámara para el Gobierno de Cataluña. Como anécdota, recordaba que mientras pedía la prueba de sonido, el director de la orquesta le explicó que debía cantar a capela.
Desde allí cambió su situación. Su fama rebasó fronteras estuvo en Francia, Bélgica, Italia… Regresó triunfante al Ecuador.
Periódicamente, regresaba a Peguche. Le gustaba cantar para sus amigos y practicar ecuavóley. Jugaba de servidor. Ahora este poblado kichwa está de luto.