El Octavo Continente (2015), pergaminos de papel elaborados con hojas y ramas de ayahuasca.
Foto: Cortesía
Un arte que parte de la paradoja, de posibilidades hipotéticas, de planteamientos como ‘qué pasaría si…’, es el que practica Óscar Santillán, que presenta un nuevo repertorio de sus obras, marcadas por la noción de historia, narración o ficción.
El artista ecuatoriano inserta narrativas en los más diversos materiales o las registra en acciones a través de video y fotografía, en las nueve piezas de la exposición ‘El triunfo del placer’, que será inaugurada hoy jueves 10 de diciembre (19:30), en la Galería NoMínimo.
Las piezas del artista, que reside en Ámsterdam (Países Bajos) y vuelve a Guayaquil tras un periplo que lo ha llevado los últimos meses por Rusia, Italia, Puerto Rico y Perú, remiten a prácticas procesales, que contienen a menudo una historia oculta.
En Codex (2015), una de sus obras, Santillán (Milagro, 1981) explora los límites entre lo real y lo ficcionado, esculpiendo en piedra la ramificación de una rama seca, como ‘prótesis’ para una rama común hallada en el bosque Cerro Blanco.
“Es ni más ni menos que el encuentro literal de lo real y lo imaginado. El proceso de esculpir y empatar esa ramificación es muy laborioso. Trabajo tanto para colocar una historia dentro de un hecho irrelevante, una simple rama”, constata Santillán.
El máster en Artes Visuales, con una mención en Escultura y Medios Expandidos, por la Virginia Commonwealth University (EE.UU.), dice que pretende que sus trabajos alcancen una tensión entre la belleza y lo inapropiado.
“Me interesan mucho las historias, insertar estas narrativas en espacios donde ellas son completamente innecesarias, es como un absurdo doble. Mi vida consiste en esto, conseguir que un material te cuente una historia que no le es propia”, añade el autor. La exposición ‘El triunfo del placer’ permanecerá abierta en la galería del centro comercial de Plaza Lagos, hasta el próximo domingo 10 de enero del 2016.
En obras como El Octavo Continente, el artista ha convertido en papel hojas y ramas de ayahuasca, material del que parte la bebida utilizada por los pueblos indígenas amazónicos para acceder a estados elevados de conciencia.
El papel es expuesto como un pergamino, iluminado desde abajo, sobre una mesa, y le sugiere al espectador imágenes y abstracciones. Del papel pudiera extraerse un componente químico como el Dmt, un alcaloide ilegal.
“Es interesante pensar en que la preparación de la ayahuasca, como mezcla, es un proceso de tres días, tiene unos paralelismos con el proceso para conseguir la pulpa para el papel. Y cómo las culturas amazónicas no necesitaron de la escritura para la transmisión oral del conocimiento”, contó Santillán.