Óscar Vela es abogado, columnista y escritor. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
Existen historias que se niegan a morir en el olvido. Otras que, por una u otra razón, están destinadas a ser enterradas entre las capas del pasado. La del exdiplomático Manuel Antonio Muñoz Borrero tiene un poco de ambas, y esa es precisamente la riqueza de la más reciente novela de Óscar Vela, ‘Ahora que cae la niebla’.
Publicada bajo el sello Alfaguara, la novela de Óscar Vela transita entre la crónica y la ficción histórica. Este juego narrativo permite que el espectador viaje hacia las décadas de represión del nazismo en contra de la comunidad judía.
Allí se encuentra con Muñoz Borrero, un diplomático que sirvió al cuerpo consular ecuatoriano en Estocolmo y que se convirtió, en medio de una cortina de anonimato y el silencio, en la salvación de cientos de personas que intentaban huir de los campos de concentración y de la Europa acechada por las fuerzas militares de Hitler.
La construcción del personaje está cargada de retos. Llevar al ‘Tío Zuco’, como le conocían los miembros de su familia, es un desafío por las escasas referencias que existen sobre él en archivos históricos, familiares y gubernamentales.
A esto se sumaba la dificultad que significó para el diplomático haber vivido poco tiempo en Ecuador. Gran parte de su juventud la pasó en Colombia y su vida adulta en Suecia. En general, fue muy discreto y reservado.
Sin embargo, en las páginas de esta novela se logran llenar esos vacíos con diálogos en primera persona en las que Manuel Antonio completa los pasajes de una vida que intentó mantener oculta. En las páginas de Vela se puede sentir esa crisis ético-existencial que podría haber invadido a un hombre que llevó a la tumba un secreto que sería de gran aporte para la comunidad judía en la Segunda Guerra Mundial.
La historia de Vela rescata la acción heroica de Manuel Antonio: emitir entre 1 000 y 1 200 pasaportes -muchos de estos inclusive falsificados- para distribuirlos entre miembros de la comunidad judía gracias a la ayuda de un rabino que vivía en Estocolmo y que sirvió de puente para conectar al diplomático con esta historia.
Tal como lo dice el nombre del libro, todo esto sucede mientras caía la niebla, en un operativo sigiloso para que las autoridades ecuatorianas, en ese entonces afines al Gobierno alemán, no lograran detectar con facilidad esta ayuda, aun cuando habían destituido a Muñoz Borrero de su cargo oficial en Estocolmo.
Para completar esta historia, Vela recurre a su imaginación tras seguir la pista, por casi tres años, al enigmático personaje. Además, indaga en los registros oficiales. En este proceso, él encuentra una solución para otorgar mayor intensidad a las acciones de Muñoz Borrero: la música.
“Era una época en la que la gente vivía mucho más cercana a la música. Suecia era un país muy musical. Manuel Antonio era un hombre a quien le apasionaba la música clásica”, cuenta Vela. Estas fueron las razones para que la novela esté atravesada por sonatas, conciertos, preludios y demás composiciones que surgen como elementos vitales para otorgarle una sonoridad real a la vida del diplomático.
‘Ahora que cae la niebla’ es una historia sobre un hombre que intentó guardar un secreto con el cual salvó cientos de vidas. Al mismo tiempo, es una novela en la que Vela hace una apuesta por la empatía como una virtud para llegar a ponerse en los zapatos del otro y sentir su humanidad.